Mientras bajábamos las escaleras seguíamos oyendo los llantos desconsolados de aquella niñita de dos años despertada en medio de la noche por culpa del maldito ‘show business’. No es extraño que, de mayor, Thais aborreciera la popularidad y haya decidido vivir enclaustrada como una reclusa. Y es que ser hijo de artista podía ser muy duro. Lola Flores estaba tan orgullosa de Lolita, Antonio y Rosario que cuando tenía invitados en casa los levantaba de la cama para que se lucieran bailando y cantando, aunque al día siguiente llegaran tarde al colegio. Concha Piquer, sin embargo, no quería que su Conchitín se mezclara con su profesión de cantante y estaban tanto tiempo separadas por culpa de las giras interminables en América que, a veces, la niña no la reconocía cuando iba a buscarla al internado. Lo mismo le pasaba a Augustito, el hijo de Carmen Sevilla, que crecía bajo la supervisión de la tata Agripina y apenas veía a su madre, inmersa en larguísimos rodajes. La famosa Rociíto, la hija de Rocío Jurado, se crio prácticamente con su tía Gloria y con el secretario de su madre, Juan de la Rosa, “tito” Juan, que la reñía, le tapaba las travesuras y consolaba sus primeras penas de amor. Lo mismo le ocurrió a Paquirrín, que, mientras su madre se encerraba en una habitación para pasar el duelo de la muerte de su marido, estaba al cuidado de la prima Silvia y después, cuando Isabel ya trabajaba, se quedaba en la finca solo con la abuela y el tío o en internado. Los hijos de Rocío Dúrcal se criaron con el padre, que renunció a su carrera para estar con ellos mientras Rocío se pasaba casi todo el año en América.
Carmen Maura, cuando decidió dedicarse al cine y romper su matrimonio, se vio obligada a dejar a sus hijos con el exmarido y pasó una larga temporada sin poder verlos. Camilo Sesto tuvo un hijo muy buscado, pero, a pesar de eso, el pobre Camilín se vio inmerso en el enfrentamiento entre sus padres y toda su vida se ha resentido de estos primeros años tan desgraciados.