Son las seis de la tarde del sábado y me acabo de despertar de la siesta. No os podéis ni imaginar las ganas que tengo de que se acabe el dichoso Orgullo. Fundamentalmente porque por motivos laborales no voy a poder ir al Desfile y tengo una rabia en el cuerpo que no es ni medio normal.
Hace años que no voy pero en este había que estar por múltiples razones: por convicción, para celebrar que Madrid haya sido la elegida para el World Pride y para dejar bien claro que los terroristas no van a conseguir que el miedo paralice nuestras vidas.
La negra sombra de que un atentado enturbiara estos días planeaba por nuestras cabezas desde hacía tiempo. Yo mismo miro cada dos por tres las ediciones digitales de los principales periódicos para asegurarme de que todo está en orden.
Estoy convencido de que las autoridades no respirarán tranquilas hasta que todo pase. Sabemos el esfuerzo que han hecho y debemos agradecerles todo el trabajo que llevan realizando desde hace tiempo para que estos días de fiesta acaben bien. Pero, por favor, que acaben cuanto antes.
Me pone de muy mala leche ver los vídeos que cuelgan mis amigos disfrutando como si no hubiera mañana. Esta noche viene Belén al ‘Deluxe’ para ofrecer la entrevista por la que lleva dos años suspirando. Seguro que me hace olvidar que mientras hablo con ella Madrid será una verbena.