Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

isabel preysler y vargas llosa

"En otro tiempo hubiéramos despellejado a Preysler catalogándola, como mínimo, de cazafortunas"

Ha reaparecido en nuestras vidas para recordarnos que hay vida más allá de los Pantoja. Justo cuando pensábamos que no había solución ni futuro viene la Preysler y ¡pumba!, amistad especial con el Nobel Vargas Llosa. Es un precioso “suma y sigue” en su currículum. Un detalle que adorna. Un complemento ideal. En otro tiempo hubiéramos despellejado a Preysler catalogándola, como mínimo, de cazafortunas. Pero seamos serios: en esta historia quien sale ganando es Vargas Llosa, que a sus ochenta años reverdece laureles al lado de una de las señoras más codiciadas del panorama patrio. Si la amistad entre ambos continúa podremos advertir que el Nobel se quitará quince años de encima en menos de seis meses mientras que Preysler seguirá ofreciendo al mundo su misma faz de todos los veranos, el mismo rostro de edad indefinida, el mismo semblante de mujer eterna. Haciéndose amigo de Preysler, Vargas Llosa ha vuelto a los diecisiete, a ser tan frágil como un segundo. Qué pena que García Márquez, su gran archienemigo, haya muerto. Hubiera escrito un excelente relato con estos mimbres.

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