El amor no abunda en Sálvame. Los colaboradores del programa más intenso de la televisión pasan por horas bajas en el terreno sentimental. Y no, no nos referimos solo al culebrón María Lapiedra. Hace poco saltaba la noticia de la separación de Gema López y, poco después, de la crisis de Jorge Javier -él mismo nos lo contaba en su blog-. Con este percal, a ver quién es el valiente que se enfrenta a San Valentín. Presentador y colaboradora unieron fuerzas para acabar con tantos corazoncitos, florecitas y demás asuntos del corazón...
Nadie como los colaboradores de Sálvame para hablar de amor. Llevan toda la vida haciéndolo. Del de los demás, claro. Relaciones de famosos, rupturas, reconciliaciones y explosiones en forma de entrevista. Pero no es lo mismo ver la paja en el ojo ajeno que sentirla en el propio. ¡Qué complicados son los sentimientos! Cuando pensábamos que iba todo sobre ruedas, dos rupturas nos dejaron un tanto desconsolados a los fanáticos del programa. Primero, Gema López, y luego, nuestro Jorge Javier.
El presentador se animaba a confirmar lo que ya corría por los mentideros. No pasaba por un buen momento personal. La colaboradora era menos atrevida y prefería guardar la procesión para la intimidad. Hasta que llegó San Valentín. Fecha odiada por muchos. De repente, el plató de Sálvame se convertía en la explosión del amor. Corazones rojos, regalos, flores y hasta un Cupido de carne y hueso -¡y menudo Cupido!-. Así, imposible olvidar los asuntos de cada uno.
El presentador se topaba con un puñado de globos al bajar por las escaleras y su reacción no podía ser más humana. “Imagínese”, se dirigía al público. “Por la situación que estoy pasando, ve visto un San Valentín y puaj...”. No contento con contarnos cómo se sentía, Jorge buscaba la complicadad de quién pasa por lo mismo. “¿Verdad, Gema?”. Esta no podía más que poner cara de circunstancias. Primer confirmación oficial y en público de la ruptura.
Por suerte, el joven Cupido servía para aplacar los odios hacia la fecha más romántica del año y, de paso, dar algo de juego con los colaboradores. Veintidós años tenía el pobre y estudiaba interpretación. De esta, igual acaba como fichaje estrella del programa para suplir las pocas ganas de disfrazarse de algunos de los habituales. ¡Bienvenido, Cupido!