Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío. Y fría ha sido la recepción que le han hecho William y Harry a Donald Trump en su visita de estado al Reino Unido. El presidente de los Estados Unidos y toda su familia (Melania, Ivanka, etcétera) desembarcaron en Londres el lunes como si fueran la corte del faraón. Se dice, se rumorea, que a Trump lo único que le falta es ser de la realeza, por eso está encantado de codearse con una de las familias reales con más solera del mundo.

Pero no todo le está saliendo bien al presidente en esta visita. Ha chocado los cinco con Isabel II, ha tomado té con pastas con Carlos y Camila y ha sido recibido con todos los honores (y alguna que otra ruidosa manifestación en su contra), pero todavía no ha sido capaz de conseguir lo que más anhela: un posado con los hijos de Carlos y Lad Di. El equipo de Trump ha revelado a la prensa americana que, para el presidente, esta imagen sería todo un tanto de cara a la campaña presidencial de 2020. Pero la foto, de momento, no llega.

William y Harry se han mostrado esquivos e incómodos y evitan por todos los medios aparecer en foco cuando el flash apunta a Trump y los suyos. Los príncipes no olvidan los desagradables comentarios que el presidente, adicto a atacar a diestro y siniestro a través de Twitter, les dedicó en su día tanto a Kate Middleton como Meghan Markle. A Kate la llamó "fresca" tras la publicación de unas imágenes de la duquesa de Cambridge en topless y de Meghan dijo que era "muy desagradable" porque la mujer de Harry se mostró a favor de Hillary en su día y lo tildó de "misógino y homófobo". La duquesa de Sussex, feminista y pro LGTBI+, está en las Antípodas ideológicas del polémico presidente.

El lunes Harry estuvo en la recepción en Buckingham a mediodía pero no acudió a la cena de gala. El duque de Sussex tiene como excusa perfecta el querer estar al lado de su mujer que hace una semanas dio a luz a su primer hijo, Archie. Pero el mensaje ya estaba lanzado. Guillermo, por su parte, también ha vetado la foto oficial con los Trump, algo que sí consiguieron los Obama en su visita de 2016.