Sin paños calientes: el estreno de ‘Algo pasa con Ana’, el reality de la Obregón, ha sido un fiasco. La audiencia le ha dado la espalda y solo ha conseguido un 0,4% de share, una cifra ínfima si la comparamos con el 24% de ‘OT: el Reencuentro’, o si no lo queremos comparar con un titán como este, el 2,6% que hizo ‘Modern Family’ en Neox.

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Este fracaso se puede deber a varios factores: que no todo el mundo tiene sintonizada la cadena en sus televisiones, que se medía contra un peso pesado (el Reencuentro), o que, directamente, el resultado del reality no es bueno y la audiencia lo ha castigado severamente. Recordemos que otros realities no emitidos en cadenas generalistas han triunfado, como le ocurrió a Alaska y Mario. La vida de este matrimonio enganchó a miles de espectadores, convirtiéndose en una de las sensaciones de la telerrealidad. Precisamente esto es lo que más han criticado del show de Ana, la ausencia de realidad televisada. Las situaciones parecen forzadas y los diálogos preparados, y la audiencia, que ya tiene el colmillo retorcido para este formato y no se dejan engañar, lo han castigado.

No engancha ella, ni sus situaciones, ni su círculo. En el círculo hay que incluir a su hijo. Álex tuvo protagonismo en el primer capítulo al mostrar la labor solidaria que ejerce, algo que dice mucho del veinteañero, pero que, en según qué comentarios, resultó forzado. Mientras que todos aplaudieron la participación de Álex en ‘Mi casa es la tuya’, cuando hizo beatbox y se mostró al natural, ahora su intervención no ha corrido la misma suerte.

Muchos espectadores creen que Ana debería aprender de ‘Las Campos’. El docu-reality de las malagueñas, está planificado para crear situaciones cómplices con el espectador, existe cierta guionización (tan necesaria para que el reality no aburra y enganche), pero el de Obregón podría estar guionizado de más, hasta el punto de convertirse en una serie más de la bióloga, en la que ella interpreta el papel que mejor le sale: el de Ana Obregón.