OT1: un reencuentro que ha dado mucho de qué hablar

De la actitud fría de Chenoa y Bibal, a los momentos más duros que vivieron los triunfitos

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Tras hacer un estupendo dato de audiencia en su estreno, se ha confirmado lo que nos imaginábamos: que teníamos más ganas de OT que hace 15 años. En el aniversario del programa, los 16 participantes se han reunido para hablar cómo les cambió la vida su paso por la Academia y como les ha tratado la música desde entonces. Coged los clínex.

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Tras ver el primer episodio de este documental que se emite fraccionado en tres partes, tenemos una cosa clara: el éxito es relativo. Rosa y todos sus compañeros han conseguido que ‘compremos’ que lo que importa es hacer lo que a uno le gusta, independientemente de que esto repercuta en nuestro bolsillo. Lo dice Rosa, lo dice Geno, lo dice Álex. David Bisbal, no sabemos qué opina al respecto, por lo tímido que se ha mostrado, pero imaginamos que también apoyará esta romántica idea.

Lágrimas, bromas e historias que hasta ahora no habían sido compartidas por los triunfitos, que han hablado de manera sincera de lo que supuso para ellos pertenecer a esta generación de cantantes. Se nos partió el corazón al escuchar a Geno, que no solo participó en la primera edición, sino también en la última. Cerrando el círculo. “Los tres primeros años todo era de color de rosa, pero luego vino lo difícil. Se acabó el contrato y profesionalmente me costó más todo. Ser de OT me benefició en ocasiones, pero hay que demostrar que vales. Tuve un momento de crisis, yo tocaba puertas y al ser triunfita me las cerraban. Sufrí un desamor con la música, toqué fondo. Estar abajo después de estar tan alto te hace ser humilde. Resurgí y luché porque esto es lo mío". Ahora Geno vive de la música, pero como profesora. Da clases en una academia de canto infantil en Marbella. Fue la primera expulsada y, con el tiempo, ha aprendido en qué falló. “En la Academia perdí el hilo. No estaba al 100%, no llevé bien el control de las cámaras y la presión del programa”, y resume que “tenía un ritmo de aprendizaje más lento”.

Nos gustó que se huyera de lo pretendidamente ‘happy’. Hubo sinceridad por parte de los primeros concursantes y el resultado fue un documental sin tabúes. “Claro que había favoritos, se notaba demasiado”, concluyó Álex Casademunt. Todos hemos teorizado al respecto, pero el rubio por fin se atrevía a poner nombres. “A David Bisbal le llevaban preparando su disco un mes y medio, y a mí, que también quería tener una carrera musical en solitario, me metieron en un grupo con un estilo que no me gustaba”. ¡A sus pies! Después de su paso por Fórmula abierta, Álex trabajó como actor y compaginó ambas facetas en diversos musicales, como en Mamma Mia, donde se subió al escenario con la directora de la Academia, Nina. “Tengo claro que me he vendido muchos años y ya no lo voy a hacer más”, afirma categórico.

Comparte la misma línea de pensamiento que Casademunt Alejandro Parreño, una de los grandes desconocidos de la edición. “Nunca me he sentido identificado con el concepto OT. Salí no muy contento, me hacían cantar canciones que no me molan. Yo sabia que lo podía hacer mejor y cantar mejor. El jurado fue justo, no lo hice bien porque los temas no eran mi rollo".

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