Terelu Campos

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Terelu
Garófano

Mi hermana y yo no hemos tenido ninguna disputa por las cosas de nuestra madre

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Terelu Campos

Presentadora, colaboradora televisiva, bloguera y actriz

La semana pasada fue el Día Mundial contra el Cáncer de Mama. Llevo colaborando con Ausonia once años. Me hace muchísima ilusión poder seguir haciéndolo cada edición. Gracias al compromiso de empresas como esta se destina un dinero a la investigación que tanto se necesita para curar muchas enfermedades, incluido el cáncer. Este año, ha sido especialmente emotivo para mí compartirlo con mi hija. De alguna manera, deseo que ella siga esta batalla y se una al compromiso que yo tengo en la lucha contra este tipo de cáncer. ¡Bienvenida, Alejandra!  

Menos exigencias 

Cambiando radicalmente de tema, me llama mucho la atención todo el interés que se genera alrededor de mi hermana y de mí. Es como si fuéramos las únicas personas que tenemos que desmontar una casa después del fallecimiento de una madre. Tengo la sensación de que casi se nos empuja a pedir permiso y se nos exige comunicar lo que vamos o no vamos a hacer con las cosas de nuestra madre. Cuántas personalidades del mundo del teatro, del cine, de la comunicación o, en definitiva, cuántos de los grandes de nuestro país se han ido de este mundo, y yo no he visto esa insistencia de la que hablo en sus familiares. Hablo de pedirles explicaciones de lo que hacen o no hacen con lo que sus padres tenían en sus casas. Nosotras somos una familia más de las millones que hay en este país o de las cientos de millones que hay en todo el mundo. Quien haya pasado por esta situación sabe que desmontar la casa de alguien querido es un momento desagradable, triste o, mejor dicho, muy triste, porque está lleno de situaciones y de sensaciones muy diferentes. Hablo, por ejemplo, de cuando coges una foto y te despierta una sonrisa porque te recuerda un momento bonito o de cuando tocas una prenda de ropa y sientes su ausencia. 

La mudanza de mi madre

Mi madre, como todo el mundo sabe, vivió en una grandísima casa hasta hace muy pocos años, que la vendió. Pasó de vivir en una gran casa de casi 1.000 m² a un piso normal, ni muy grande ni muy pequeño. Lo suficiente para tener las comodidades que necesitaba. Lógicamente no se pueden meter los muebles de un chalet de esas dimensiones en un hogar más pequeño. De ahí que ella tuviera que deshacerse de muchas cosas. En ese momento, no vi que nadie se atreviera a pedirle explicaciones a ella de lo que estaba haciendo o no con sus cosas personales. 

Demasiadas opiniones

Nosotras solo hemos continuado con su muerte lo que mi madre ya hizo con su anterior casa. ¡Solo hemos hecho eso! Y sin embargo parece que todo el mundo se permite opinar de lo que debemos hacer o no. No solo eso, porque también juzgan cómo tenemos que hacer las cosas y tercian sobre lo que debemos o no quedarnos. ¿Esto qué coño es? Lo que hayamos hecho o estemos haciendo mi hermana y yo es lo normal de dos personas que tienen sus casas amuebladas y sus vidas hechas. Para tranquilidad de todos, no ha habido ni el más mínimo problema entre nosotras, aunque seguro que algunos hubieran deseado lo contrario. ¡Pues no ha sido así! 

Cuestión de espacio

No hemos tenido ninguna disputa por nada. Cada una teníamos claro lo que queríamos y, sobre todo, lo que podíamos tener de lo que ha dejado nuestra madre. No podemos meter todos los muebles de mi madre en nuestras casas porque no vivimos en mansiones. Vivimos en pisos muy normales, al igual que la gran mayoría de las personas de este país, para los que tengan alguna duda. Perdonad que me repita pero, para tranquilidad de todos, nos hemos quedado con lo que sentimentalmente era primordial para nosotras. Bastante pena es tener que desmontar la casa de tu madre como para, encima, añadir la pena de las explicaciones públicas. 

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