Entre la melancolía y la alegría contenida. Cuando uno echa un vistazo a la creación que el escultor Sargis Yesayan ha dedicado a Leonor, quizás nos sintamos confundidos por la expresión que muestra la pieza. Y es normal. Esto, precisamente, es lo que busca el artista.
Tenemos claro que la joven pétrea que nos mira con ojos blancos y mezcla de emociones, quizás se aleja de la que saluda con alegría y espontaneidad cuando el Juan Sebastián Elcano atraca en un puerto, pero, tras hablar con un experto en arte hemos entendido el porqué de esta sensación.
Leonor, al estilo soviético
La escultura de Yesayan figura como parte del inventario de regalos que Casa Real ha hecho público, manteniéndose fieles, un año más, a su compromiso con la transparencia. Se trata de uno de los primeros bustos que ha recibido la heredera y que, tal y como nos muestra el propio artista con amabilidad, fue elaborado, primero en arcilla para, a continuación, acabar inmortalizado en bronce. Siendo esta última pieza la que se le entregó a la joven.
Cortesía Sargis Yesayan
Para comprender la obra en su máximo contexto, hemos querido consultar con un experto en la materia como es Julián Pérez Notario, profesor de cerámica en la escuela de arte de Talavera, quien nos ha hablado de los motivos que provocan conflicto de emociones en quien observa la obra de arte.
Tal y como nos explica este investigador de escultura contemporánea, esa expresión confusa con la que la Leonor estatua nos sorprende, obedece a que el artista que firma la obra “continúa con la tradición propia de la escultura soviética de mostrar una expresión entre neutra y melancólica, bastante alejada de la que nos tiene alejada la Princesa”.
Cortesía Sargis Yesayan
El artista que le ha hecho este personalísimo regalo, tal y como nos indica Pérez Notario, es un verdadero referente en la escultura; dejando entrever quizás que en este trabajo “tan institucional” no ha podido plasmar todo su potencial, ya que acostumbra a ofrecer un arte “mucho más pasional y estimulante”.
“El artista ha querido ser demasiado serio o complaciente y ha tenido miedo a arriesgar, aunque es un gran escultor con unas piezas surrealistas de gran expresión. Hubiese sido realmente apasionante ver un busto de la Princesa con la libertad que tiene en otros trabajos”, analiza.
El tiempo, algo clave
Quizás, debido a este encorsetamiento que se le puede adivinar a la escultura, el artista no ha podido dar rienda suelta a lo que, quizás, a él le habría gustado ofrecer como su particular visión de la heredera al trono. Pero, aun así, no ha renunciado a hacer un guiño a la tradición escultórica de la antigua URRS, en la que “no podríamos definir qué está pasando por la cabeza del representado”.
Cortesía de Sargis Yesayan
Algo que, tal y como nos explica este profesor, choca con lo que comúnmente estamos acostumbrados en países como España, donde nuestras representaciones artísticas dejan muy claros sus sentimientos. Solo hay que echar un vistazo a las vírgenes dolorosas que, cada Semana Santa, salen a procesionar. Ahí no tenemos la menor duda de la emoción representada. “En las representaciones soviéticas se le daba mucha más importancia al cuerpo y a la sobriedad, por eso también vemos el pelo lacio en la escultura que nos puede chirriar un poco en una representación de la Princesa”, nos indica el experto.
Además, hay otro factor que también juega parte importante en esta escultura: el tiempo. Para Julián esto ha sido determinante a la hora de obtener unos resultados quizás más próximos a la realidad. “El autor ha comentado que hizo toda la obra en algo más de un mes y se nota. Las proporciones no se ajustan a la imagen de la Princesa, quien tiene un rostro con una formas muy juveniles, con volúmenes y, sobre todo, muy expresiva”.
¿Qué cosas podría haber incorporado de su obra el artista? Julián tiene claro que la escultura debería destacar los rasgos más característicos de la hija de Felipe y Letizia, como son los pómulos, la nariz y sus inconfundibles labios redondeados. “Algo muy complicado de representar en una escultura son los ojos claros y con mucha vida (entre otras cosas por su juventud), y, más aún, al tratarse de una escultura de un solo color”, aunque, admite, los expertos en la materia “tienen, recursos para marcarlos un poco más”.