Me quito el sombrero ante la profesionalidad de Ana Guerra

16 de junio de 2019, 01:14

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Otra de festivales. Lo de Ana Guerra. El viernes. Paseaba yo con mi perro por la pista grande del Club de Polo y vi que encendían las luces del escenario portátil. Las siete de la tarde. ¡La triunfita ensayando! Saludos “buenas noches, Barcelona”, la primera canción… Y otra y otra, “qué sitio tan bonito…”, canta, baila, suda… presenta a los músicos, dirige el micro al público para que coree sus canciones más populares… ¿Público? No, nadie corea porque no hay nadie, solo algunos caballos y una señora paseando a su perro. Va acabando, bises, saludos, agradecimientos, tira besos a la nada con las dos manos… Exactamente a las nueve menos diez huye del escenario mientras empiezan a entrar los primeros espectadores. Tiempo justo para ducharse y cenar algo, porque a las nueve y media sube de nuevo para repetir milimétricamente lo que acabo de ver hace cuarenta minutos. Me quito (metafóricamente) el sombrero, esto es profesionalidad, señores.

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