¡Margarita Robles, la mano derecha de Pedro Sánchez, tan de moda en estos días! ¡Tengo una anécdota! Cuando mi hijo era adolescente, se reunía con sus amigos de madrugada en un Frankfurt muy sencillo del paseo Bonanova de Barcelona. Cuando subían los decibelios, iban dos tíos como torres, pinganillo en la oreja y bulto en la cintura, a mandarlos callar y la chiquillería partía rumbo a otro bareto. Terminaron por preguntarle al modesto dueño del Frankfurt como había podido contratar a dos seguratas tan aparentes: “Son la escolta de Margarita Robles, la secretaria de estado, que viene todas las noches desde Madrid para visitar a su madre enferma. Vive en el piso de arriba, y protesta porque no la dejáis dormir ya que, antes de volver a Madrid, va a misa a la iglesia de la Bonanova”. De todas las historias que se cuentan sobre ella, esta es mi favorita.


Hablando de lo de Sánchez. Llamo el viernes de marras a Henar Ortiz, la tía de la reina Letizia, y la oigo gritar con voz alborozada y mucho follón al fondo: “¡Estoy descorchando una botella de cava, Pilar, qué día tan feliz!”. Las dos chillamos: “¡Sí se puede!”, y nos despedimos con un “¡salud, compañera!” como si estuviéramos con Fidel en Sierra Maestra, aunque conste que yo no había nacido (es coña).