Pilar Eyre

Pilar Eyre

Letizia
Gtres

Doña Letizia pasa la última semana de agosto con su médico estético, como es habitual

¡Separados! ¡Felipe y Letizia! Durante las vacaciones, digo. Esas vacaciones privadas que se toman después de sus compromisos oficiales. Porque Letizia sigue considerando su estancia en la maravillosa isla de Mallorca, con su estupenda comida, sus calas increíbles, su gente acogedora y elegante, como una ocupación profesional que le aburre y le pone nerviosa.

Después de las fotos de rigor, paseos culturales, salidas con la suegra, sonrisas tensas, Letizia desapareció del mapa y se fue a un destino desconocido. Sola, con sus hijas. Porque don Felipe se quedó en Marivent casi una semana más, sin decírselo a nadie, jugando al pádel, bañándose en la piscina, dejándose mimar por su madre y tal vez por su hermana Cristina, cogiendo fuerzas para afrontar el duro curso que viene.

Y después a Zarzuela, solo también, mientras su mujer y sus hijas siguen en paradero desconocido. ¿Las Barbados? No, este año no tocaba. Pregunto a mi informante buscando el morbo y la exclusiva, “entonces, ¿qué? ¿están mal?”, y me lo desmiente categóricamente, “no, lo que pasa es que Letizia es muy invasiva, no calla nunca, y Felipe necesita desconectar de vez en cuando, ¡y además, con la que está cayendo, no está para vacaciones ni frivolidades! ¡el jefe de estado es él, Letizia solo es la consorte!”. Y me desliza al oído, “y la última semana de agosto, como es habitual, doña Letizia pasará por su médico de estética para…”, le tapo la boca, “no me digas más, que me cierran el chiringuito”.

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