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Actuamos en La Vall D´Uixo y P. escoge un hotel ubicado en un lugar ignoto situado en un polígono industrial. Si te encuentras optimista puedes echar a volar la imaginación a imaginar que estás en un barrio posmoderno de Nueva York. El hotel no tiene servicio de restaurante durante el fin de semana así que tenemos que traernos los tuppers de casa. Pasta con verduras, arroz, pavo y pastel de carne de dieta. Lo bueno es que nos han dejado traernos a Pluto y el tío se ha convertido en la atracción de la compañía. Pasa de mano en mano con naturalidad, algo que en vez de provocarnos celos nos deja a P. y a mí muy tranquilos. “Así no nos dará pena darlo cuando llegue el momento”, le digo a mi novio. “Claro”, musita él. Pero tanto P. como yo sabemos que nos estamos mintiendo. Que llegado el momento vamos a evitar mirarnos porque vamos a acabar llorando.