Ya en la reunión previa a la gala teníamos la sensación de que íbamos a gozar de un programón. No veíamos la hora en que diese comienzo la noche para ver cómo se iba a desarrollar un programa que sobre el papel se presentaba con todos los mimbres para llegar directamente al corazón.

Una hora antes de empezar, me recluyo en el camerino, medito y aprovecho para hacer una videollamada con Marta Ribera, actriz y cantante maravillosa y amiga desde que trabajáramos juntos en ‘Grandes Éxitos’. La pillo maquillada y peinada en el camerino del Tívoli de Barcelona, donde está con ‘El jovencito Frankenstein’.

Le pregunto si me va a ver esa noche y me contesta que dónde. “Pues en ‘Gran hermano VIP”, le contesto. “¿Pero qué día es hoy?”, se pregunta a sí misma con candidez. Me encanta que en mi vida haya gente como ella, que se entere más bien poco de mi trabajo en la tele.

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jorge javier y marta ribera

Los que trabajamos en este negocio nos miramos tanto el ombligo que pensamos que todos deben estar al tanto de nuestros horarios, pero es que luego te das cuenta de que hay gente que, sencillamente, no ve la tele. Por ejemplo, mi entrenador, Fernando. El día después de cada gala le pregunto: “¿Viste ayer qué bien me quedaba el traje? ¿ Te fijaste en qué tipín me hacía?”. Y la respuesta de él es, invariablemente, la misma: “Pues no te vi porque llegué muy tarde a casa y estaba muy cansado”. O: “Lo puse un poco, pero es que estabáis todo el rato con vídeos.Tú no sales mucho, ¿no?”.

Menos mal que a mis casi 50 tengo la autoestima en su sitio porque si no, a veces, me costaría levantar cabeza. Luego durante la emisión recibo mensajes que me hacen espabilar. Comparto uno: “Deja de cogerte las manos que te chepas mucho”. Y entonces no me las vuelvo a coger para salir recto como el palo de una escoba.