Paso las dos primeras semanas de agosto en mi casa con P. Y tan ricamente, oye. Luego ya empiezo a pensar que a lo mejor tendría que salir de casa porque en septiembre me arrepentiré de no haberlo hecho. Ese “tengo que” me mata. Es como cuando tienes pareja y “tienes que” acostarte con ella porque sí cuando a lo mejor lo que te apetece es ver una película. Pero la sociedad estipula que con la pareja tienes que acostarte quieras o no. Y en agosto, irte de vacaciones. Bueno, pues siguiendo los designios de la sociedad me voy a Corfú con C., que es “mis manos y mis pies”. Esa es una expresión muy antigua que utilizaba mucho mi abuela Ana María y que me encanta por rancia. Se suele emplear cuando se muere alguien: “¿Cómo no la voy a echar de menos si era mis manos y mis pies?”. Pues yo me voy con mis manos y mis pies a Corfú. Con ganas de ligar porque el verano se me estaba dando francamente regular. Me bajo todas las aplicaciones que conozco –ya tengo cuatro–, me hago de pago de cada una de ellas porque parece que así tienes más posibilidades y me pongo a pescar. Ligo con un muchacho del hotel de veinticuatro años que tiene pareja. Monísimo. Tonteamos por la aplicación con el novio a su lado. Le digo de encontrarnos en el agua y como dos amantes furtivos mantenemos en el mar una conversación a una distancia considerable para que no se dé cuenta su pareja. Luego quedamos en vernos en la piscina. Me dice que soy muy elegante y que le encanta el bañador fucsia que llevo. Normal, es de Rubén Galarreta. Nunca me he visto tan explosivo, así que voy a llamarlo para comprarle todo lo que tenga. Total, que el muchacho me marea lo más grande y al final me dice que sería muy peligroso que nos viéramos porque iría contra las reglas que tiene establecidas con su pareja. Que es abierta, sí, pero con matices. El hecho es que una noche me abro otra aplicación y aparece la pareja buscando un tercero. ¿Te puedes creer que sentí como si una daga atravesara lentamente mi corazón? Todavía ahora me duele un poco al recordarlo. No, la verdad que no, pero es por echarle literatura al asunto. Inicio el curso como lo finalicé, sin romperme ni mancharme. No podemos decir que haya sido especialmente productivo en cuanto a sexo se refiere. Espero que a vosotros os haya ido mejor que a mí. Lo que es la vida: estoy impresionante y ligo menos que nunca. Lo entiendo. Me ven como un objeto inalcanzable y prefieren ir a por otros productos que consideran más asequibles. Más accesibles. Pues desde aquí os digo que no os fiéis de las apariencias. Porque tengo el cuerpo de un efebo, pero el incandescente deseo de un viejo verde, así que apiadaos de mí y echadme un poco más en cuenta. Como en cuestiones sexuales he hecho más bien poco, me he entretenido haciéndome fotos con bien de postureo. Aquí os adjunto unas cuantas. Feliz inicio de curso.