La descripción que hace Pilar Eyre del rey Juan Carlos es demoledora

Una persona poco interesante, demasiado preocupada por satisfacer sus instintos más primarios, negada para mostrar un mínimo de atención a todo aquello que pueda significar alimento para el alma. Infantil, egoísta, caprichoso. Un primor, vamos. Con decir que no es que no le haya cogido simpatía, sino que le tengo hasta un poco de tirria.

Tengo que hablar con Pilar sobre el libro, pero lo cierto es que cualquier excusa es buena para hablar con Pilar. Es una de las personas más vitales que conozco. Hay gente que conforme van pasando los años se vuelve triste y resentida. Pesadísima. Esa clase de gente que piensa que la vida está en deuda con ella porque no ha sabido ver su talento.

Pilar es todo lo contrario: una mujer optimista y divertida, generosa como solo lo son aquellas personas que no solo quieren la felicidad para sí mismas, sino también para todos aquellos que las rodean. La conozco desde hace muchísimos años y tengo que decir que nunca ha perdido la pasión por la vida. 

Esa ilusión que la mantiene guerrera, que la empuja a luchar para no convertirse en una reliquia que tanto abunda en la profesión y a la que se la respeta por su pasado, pero no por su presente. Es moderna, culta y con tendencia a una locura sana y divertida.

Yo quiero mucho a Pilar porque es una de esas amigas que te encuentras muy pocas veces en la vida. Está arrasando con su libro y me alegro.