Tan solo faltaban dos días para que se acabara 2008 y José Luis Martín Berrocal, por la noche, en medio del sueño, arañaba la espalda de su mujer, Victoria Martín. “Me di la vuelta y le pregunté si le pasaba algo y me dijo que no. Me doy la vuelta y lo vuelve a hacer. Me fui corriendo a buscar las gafas y cuando vuelvo me dice la chica: 'Señora, me ha dicho que le diga que la quiere mucho'”. Esas fueron las últimas palabras que pronunció el ganadero y hombre de negocios.
El último aliento de Martín Berrocal fue dedicado a la mujer que más le quiso. Había sufrido un derrame cerebral y Rocío, alertada por las carreras y las voces en la casa a altas horas de la noche, corrió a la habitación de sus padres para ver qué pasaba. “Él no podía hablar. Le estaba dando un derrame. Casi murió en mis brazos”, ha contado la hija menor del empresario, en el reality que ahora protagonizan las cuatro mujeres Berrocal.
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El heredero del imperio de los autocares La Sepulvedana, tal y como publicó el periódico ABC el 29 de diciembre de 2008, “ingresó en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla sobre las 2.00 de la madrugada en situación crítica y en coma irreversible”. Su mujer preguntó a los médicos si podrían alargar su vida, pero estos la hicieron cambiar rápido de idea, haciéndole ver lo inhumano que podría ser dejarle postrado en un estado vegetal.
Finalmente, no hizo falta plantearse ningún cuestionamiento moral, puesto que la muerte de Martín Berrocal se produjo a las 10.00 de la mañana. Su mujer lloró mares de lágrimas y su familia quedó abatida. Las dos. La de Madrid y la de Andalucía.
La piel del padre de Vicky fue para personas quemadas
“Nada se pudo hacer para evitar la muerte de Martín Berrocal tras su ingreso, ya que su estado era de extrema gravedad, de hecho no estuvo consciente en ningún momento desde que llegó al hospital hasta su fallecimiento”, publicaron ese mismo día los periodistas.
Al entierro del patriarca de las Berrocal fueron sus cinco hijos, las dos que tuvo con Victoria, y los tres procedentes de su unión con Marisa del Molino. Todos desechos en llanto, aunque quizás, la más afectada fue la mujer con la que vivió la historia de amor a escondidas que marcó su vida hasta el final de sus días.
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Victoria se quedó devastada. Y es que, a pesar de los problemas de salud que José Luis había presentado en los últimos años (siempre relacionados con el corazón), su muerte fue un absoluto shock para ella. El empresario tenía 76 años y la misma jovialidad y fuerza que tanto éxito entre las mujeres le concedieron en su día.
Pero, antes de que tuvieran que despedirse para siempre de él, la familia sí que tuvo que tomar una importante decisión: donar o no sus órganos. Finalmente, Victoria y el resto de hijos escogieron la opción más solidaria de todas.
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“Cuando el padre (de Vicky y Rocío) se murió, donamos todo. Su piel incluida. A mi hija le llegó una carta de Córdoba, en la que decía que era una piel maravillosa. Fue para personas quemadas", ha contado Victoria Martín Serrano en ‘Las Berrocal’, desvelando un detalle hasta ahora inédito.
Las polémicas decisiones de Victoria Martín Serrano
Esta mujer, que en su juventud fue elegida la más bella de toda Huelva ha compartido las pinceladas más íntimas y privadas de su vida en este reality que repasa su historia. Y, como la suya se narra a la vez (y en paralelo) a la del hombre con el que formó una familia secreta, su figura ha sido muy relevante durante los cuatro capítulos que conforman este atrevido proyecto audiovisual.
La narración resulta a veces polémica, puesto que se desvelan aspectos dolorosos para la familia. Tanto para la popular, como para la anónima. Esos otros tres hijos y mujer que han querido mantenerse en un último plano y que no acaparar líneas en los medios. Quizás una de las más llamativas ha tenido a Rocío como protagonista, la gran revelación del documental. Esta, la hermana y confidente de Vicky, se vio obligada a pasar mucho tiempo lejos de su familia, llegando a sentirse “abandonada”.
“Mi padre viajaba mucho y mi madre lo acompañaba, entonces yo me quedé a vivir con los guardeses de la finca y sus cuatro hijos”. No fue una solución temporal de unos pocos días. Fueron tres años y medio en los que la hija menor de Victoria estuvo al cuidado de unos trabajadores de su padre. “Yo me quedaba en su casa porque en la mía estaba sola y tenía miedo. Me afectó como un abandono, yo me sentí abandonada por mi madre en cierta manera”.
Entonces, sus padres estaban viajando debido a los diversos negocios de José Luis y su hermana estaba instalada en Suiza. A la joven Rocío, que solo era una adolescente, no le quedó otra que buscarse una familia de reemplazo, y en esa humilde casita encontró el calor de hogar que necesitaba. “Sé que no lo hizo a malas”, remata, perdonando todo aquello por lo que le tocó pasar.