Tamara: "Al principio, con Mario, pensé: 'Un premio Nobel, qué pereza"

La hija de Isabel Preysler habló de su madre, de su hermano Enrique, de sus 'titos' Julio y Miguel y reveló cuántos cuartos de baño tiene 'Villa Meona'

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Gracias a Bertín Osborne y 'Mi casa es la tuya', pudimos entrar en la casa que Isabel Preysler y Miguel Boyer se construyeron en los años 80 en la urbanización madrileña de Puerta de Hierro. En ese casoplón, de 14 cuartos de baño, viven Isabel, su madre, Tamara y Mario Vargas Llosa, la última pareja de la Preysler.

Con su desparpajo habitual, que sin duda contrasta con la discreción de Isabel Preysler, Tamara reveló bastantes secretos de Villa Meona, como la bautizó Alfonso Ussía por sus numerosos cuartos de baño. "Mi madre cuando vea este programa me mata", dijo riéndose. Pues es bastante posible, dado el fuerte carácter que, por lo que parece, tiene la filipina. "Mi madre es implacable, nunca discute, pero siempre se hace lo que ella quiere", aseguró Tamara, quien también confesó que se siente traicionada por su familia porque siguen quedando con un ex suyo a sus espaldas. "Yo les digo, ¿pero vosotros, de qué lado estáis?".

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Confesó Tamara también que fue una niña muy caprichosa. "Imagina, de padres separados, todo lo que pedía, me lo daban. Fui una niña muy mimada y muy materialista". Claro que con el tiempo, eso cambió. "Me quise tomar un año sabático y mi madre me dijo: "Ah, muy bien, ¿y eso quién te lo va a pagar?". Así que me puse a estudiar, claro. En aquella época todo el mundo se cogía años sabáticos, pero debían tener madres más simpáticas que la mía".

Sincera y espontánea, aseguró Tamara que se moría de celos cuando nació su hermana Ana, de la que ahora son íntimas amigas. También reveló que a Miguel Boyer no le gustaría ver a Mario Vargas Llosa en su casa: "Uy, con lo celoso que era...", afirmó.

Por supuesto, la vocación religiosa de Tamara salió en la conversación. "Claro que estuve mirando para meterme a monja, fui a varios conventos para ver si me convencía alguno". Y no debió convencerle ninguno, porque, las cosas como son, en casa de Isabel Preysler se tiene que vivir mucho mejor.

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