A Carlota Casiraghi le persigue la misma suerte en el amor que a todos los Grimaldi. La princesa y Dimitri Rassam acaban de romper su compromiso solo dos meses después de ser padres del primer hijo en común, Balthazar, que vino al mundo en octubre. La boda, prevista para 2018, se retrasó en varias ocasiones por el embarazo de la joven y, después, por la mala relación entre ambos. Ahora, cada uno hará su camino y Carlota Casiraghi lo hará con la maldición en el amor que ha acompañado a lo largo de su vida a Rainiero, Carolina, Estefanía y Alberto de Mónaco.

Guapa, inteligente y rica, Carlota lo tiene todo para ser feliz, pero en los últimos años no gana para disgustos. Sus relaciones con los hombres no terminan de cuajar y en los últimos cinco años ha tenido tres novios y ha sido madre en dos ocasiones de dos relaciones que no han salido adelante.

Su primer gran amor fue Alex Dellal, hijo del magnate Guy Dellal y la ex modelo brasileña Andrea, con quien salió durante siete años y rompieron en 2012, después de acudir juntos a la boda de Alberto y Charlenne de Mónaco, quienes a su vez nunca han tenido una relación muy estable. Y un mes después de sus ruptura se la empezó a relacionar con el actor francés, de origen marroquí, Gad Elmaleh.

Con Elmaleh todo parecía ir a las mil maravillas: iban juntos a la hípica y lo presentó en sociedad en el baile de la rosa. Tanto amor se consolidó con un hijo en común, Rafaelle, pero las diferentes formas de pensar y la diferencia de edad hicieron que su relación no pudiera seguir su camino. Entonces, la princesa, aficionada a la filosofía, lloró su pena en los brazos del director de cine Lamberto Sanfelice.

Y cuando nos quisimos dar cuenta, su corazón estaba de nuevo dispuesto a enamorarse. Hijo de Carol Bouquet, íntima amiga de Carolina de Mónaco, Carlota quiso creer que Dimitri Rassam, productor de cine francés, sería su príncipe azul, sin embargo, a juzgar por su ruptura, todo quedó en una ilusión.

La maldición que les persigue

La mala suerte de Carlota en el amor es la misma que la del resto de los Grimaldi. Ni su belleza su juventud han conseguido que escapara de la maldición de su abuelo Rainiero, que vivió un cuento de hadas hasta que un accidente de tráfico le robó a vida a Grace Kelly; la de su madre, con un matrimonio fallido con Philippe Junot, viuda de Stéfano Casiraghi y divorciada de Ernesto Augusto de Hannover, su tía Estefanía que entre escándalo y escándalo no ha sido capaz de encontrar la estabilidad sentimental.

Ni Alberto de Mónaco, casado desde Charlene 2011 y padre de cuatro hijos -dos de ellos nacidos fuera del matrimonio- ha escapado a esta mala suerte. Su matrimonio con la nadadora de Zimbabue siempre ha estado en entredicho y corrió el rumor de que, antes de la boda, Charlene Wittstock, como se llamaba antes de contraer matrimonio, quiso escapar.