El dolor de Anabel Pantoja al recordar las visitas a prisión para ver a Isabel Pantoja

A raíz del debate generado por las visitas que recibe Iñaki Urdangarin en Brieva, Anabel ha hablado de las emociones que le despertaba ir a Alcalá de Guadaíra

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Anabel Pantoja ha roto un nuevo tabú alrededor de su familia y de la estancia en prisión de su tía Isabel Pantoja. Y lo ha hecho en directo desde el plató de 'Sálvame'. Los colaboradores se encontraban este lunes debatiendo sobre el régimen de visitas de Iñaki Urdangarin en la prisión de Brieva (Ávila), y Anabel se ha sentido preparada para contar cómo vivió y qué sentimientos la inundaban durante las visitas a la tonadillera.

La tertuliana ha destacado dos aspectos de, posiblemente, la experiencia más dura a la que se han enfrentado ella y el resto de la familia Pantoja. Que el primer vis a vis con su tía le supo a suspiro y que es una sensación tan amarga que no querría repetirla ni deseársela a nadie.

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isabel pantoja

"Con este tema yo lo paso supermal", confesaba a sus compañeros. "Lo recuerdo como un mal trago que pasamos todos", continuaba antes de admitir que "esa sensación no se la deseo a nadie". Su frustración era máxima, pues como ha explicado: "Independientemente de lo que haya pasado, es muy duro para todo el mundo cometer lo que fuera, pero yo lo veía desde dentro y veía que yo no podía sacarla".

La primera vez que pudo abrazar a la tonadillera tras aquel 21 de noviembre que ingresó en Alcalá de Guadaíra lo describe como una situación "flipante". "Se te pasa volando. Te dices: ¿Cómo? ¿Ya está? No sé si era una hora y media, pero para nosotros parecía solo un rato", narraba Anabel, quien también ha recordado que su tía en todas las visitas que vivió les decía siempre que "todo estaba bien", para minimizar el dolor de los suyos.

La prima de Kiko Rivera ha continuado recordando que "esperábamos en la misma sala de espera con el resto de familias que venían a lo mismo". También ha descrito la habitación donde se reunían con su tía allí en prisión: "Era una habitación normal, con una mesa y sillas, con algo de ventilación, pero no tenía aspecto de zulo". Ha contado que el máximo de personas que podían estar en la visita eran cuatro y que el funcionario que les custodiaba se quedaba fuera de la estancia. "Dentro no podía haber nadie que no fuéramos sus familiares. Yo no llevé comida para comer con ella y si quieres llevarle algo tienes que pedir permiso. Ellos te dicen la hora a la que tienes que estar allí. Tienes que estar cinco o diez minutos antes para registrarte, a pesar de que ya tienen todos tus datos. (...) Y, si mal no recuerdo, no podíamos entrar con nada", ha concluido.

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