Las canas son solo una de las muchas cosas que nos preocupan a las mujeres a medidas que cumplimos años. Pero ¿y si en lugar de un problema fueran nuestras aliadas? Isabel Allende, escritora de 82 años, ofrece sus propias claves para envejecer “con dignidad y belleza”.
La primera cana
Toda mujer recuerda con claridad el momento de su primera cana. Para mí ese momento se convirtió en un instante de pánico. “Estoy envejeciendo”, pensé, como si no lo hiciéramos todas. “No es el fin del mundo”, me dije a continuación, y es eso, precisamente, lo que explica Isabel Allende, escritora de talla mundial, en una entrevista para Noticias Caracol, en México.
“El envejecimiento no es una enfermedad, no es una falla de carácter”, declaraba la escritora a sus 78 años, luciendo con orgullo su pelo blanco y brillante. “Es algo que nos pasa a todos. En el momento que nacemos, empezamos a envejecer”.
@allendeisabel
Es una verdad tan categórica que cuesta resistirse a ella. Si todos envejecemos, ¿por qué nos dan pavor las canas? ¿Por qué ese deseo de eliminar cualquier rastro del paso de los años?
No estamos preparados para lo que viene
Para Allende, el problema está claro. “Nada está preparado para que vivamos tan largo”, declaraba en la entrevista. Hace apenas unas décadas, “nuestros padres y abuelos vivían 30 años menos”, exponía la escritora. “Ahora uno se jubila a los 65 años y te quedan, 20 o 30 años por delante, y no te alcanzan los recursos económicos. La sociedad no está preparada para acogerte. Quieren meterte en una bodega y que no te veas, que seas invisible”.
Es la sociedad, y no las canas, la que hace que nos sintamos viejas. Por eso, para Allende, la solución está en “cambiar de mentalidad”. Y asegura que “no se trata de buscar el ‘antienvejecimiento’, sino de envejecer con dignidad y belleza". Para ello, inevitablemente, debemos aceptar canas, arrugas y cambios en el cuerpo, que además de inevitables, no tienen nada de malo. Se requiere de un auténtico cambio de perspectiva.
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Otra forma de ver las canas
Cumplir años no tiene por qué ser un castigo. De hecho, para Allende, es un regalo. “Cuesta muchos años llegar a ese punto en el que una ya no hace tantas concesiones”, asegura. Para ella, su vejez es el momento de decir no sin miedo. “No me importa lo que otros pienses. Esto es lo que yo quiero hacer, este es mi mundo”, declara con pasión y vitalidad.
Los años no van a impedirle disfrutar, asegura. Para ella, las canas no son un problema, porque asegura que solo con los años una aprende “a sentirse bien en la propia piel”.
Eso no quita que haya días mejores y días peores. “Hay días que me miro en el espejo y pienso, ‘ay, qué fea amanecí hoy’, pero inmediatamente me digo, ‘hoy es mejor que mañana, porque mañana tendré un día más’”, comenta entre risas. Este parece ser su secreto de belleza mejor guardado: “Entender que hoy estoy lo mejor que me puedo ver. Eso me da confianza, me da alegría”.
El secreto de una vejez plena
Además de aceptarse a sí misma, con canas incluidas, Allende asegura que “son otras las cosas que importan cuando uno envejece”. La edad da perspectiva, y las prioridades salen a la luz. Para ella, las tres claves de un envejecimiento feliz son las siguientes:
- La salud. “Importa la salud, es fundamental”, asegura la escritora. Para ella, sentirse bien, con fuerza y energía cada mañana es esencial. “A mis 78, puedo subir corriendo la escalera”, comentaba en la entrevista. La mente también lo es todo. “Me da el cerebro, puedo trabajar todo el día, así que estoy bien, estoy contenta”.
- El amor. En la vida de Isabel Allende, el amor ha jugado un papel crucial, como seguramente nos haya sucedido a todos. Por eso es este otros de sus secretos para ser feliz a medida que pasan los años. “Amar a otros, más que esperar que lo amen a uno”, ese es su consejo de oro, algo que, asegura, “se aprende con la edad”. Y añade: “hay mucha más alegría en amar que en ser amados”.
- Un propósito. Por último, asegura, para ella es fundamental tener “un propósito”. En su caso, lo tiene muy claro. Su propósito es “contar historias, escribir”, pero sabe que para otras personas puede ser diferente. Aunque destaca que no importa demasiado si tu propósito es escribir o disfrutar de tu familia, “lo importante es no separarse del mundo”.