El tormentoso noviazgo de Gonzalo Miró y Eugenia Martínez de Irujo que pocos recuerdan: varias rupturas y la oposición de la duquesa de Alba

Durante cuatro años fueron una pareja de lo más consolidada, aunque no exenta de altibajos. Hoy recordamos cómo fue la relación post Fran Rivera de la duquesa de Montoro

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Conchi Álvarez de Cienfuegos

Redactora Jefe digital de Lecturas

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Archivo revista Lecturas

“Poca gente suscita el interés familiar que suscita Eugenia”. Hace unos años, en un programa de televisión, Gonzalo Miró hablaba de una de sus relaciones más mediáticas. Él, hijo de la cineasta Pilar Miró, había crecido también ante el foco de la prensa, pero lo suyo no había sido nada parecido a lo que vivió la hija menor de Cayetana de Alba. 

De Eugenia Martínez de Irujo lo sabemos todo desde su nacimiento. Que su madre estaba ilusionadísima con ella, que llevaba esperando ‘la niña’ desde hacía años y que era el ojito derecho de todo el clan de Alba. La vimos vestirse de gitana, recibir un cerdito perfumado por su mayoría de edad y también la vimos casarse. ¡Vamos que si la vimos casarse! Su enlace (televisado) con Francisco Rivera marcó un antes y un después, y su posterior -y agónica- separación del padre de su hija fue una de las cuestiones rosas más seguidas de principios de los dos mil. 

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Tras el fin del amor con Fran, en 2002, todos querían ver de nuevo ilusionada a la duquesita, quien tardó dos años en rehacer su vida. El afortunado fue Gonzalo Miró, que había lidiado con ser una figura pública desde la cuna, pero quien jamás había llagado al extremo de la que sería su primera novia conocida. 

La relación más complicada para Gonzalo Miró

“A nivel de popularidad fue complicado”, confesó más de una década después del fin de este romance que estuvo plagado de tiras y aflojas. Las situaciones de ambos no podían ser más diferentes. Él era muy joven, estaba estudiando, quería hacer cine, siguiendo los pasos de su madre; y Eugenia era una madre de una niña que apenas salía de un matrimonio complicado. 

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A pesar de las diferencias, lo apostaron todo a esta ilusión que nacía en 2005, y que les llevaría a pasar juntos casi un lustro. Cuatro años que dieron para mucho en los que fueron el objetivo preferido de la prensa. 

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Durante estos años, los periodistas fuimos testigos de abrazos, miradas tiernas, besos y, también, de crisis. Una de las primeras vino motivada por la distancia. Durante un tiempo del noviazgo, Gonzalo se instaló en Nueva York con el objetivo de hacer cine y Eugenia se desplazaba a la ciudad de los rascacielos para poder estar a su lado. Los kilómetros hicieron mella entre ambos y, al final, hubo amago de ruptura; que, como en las posteriores, no fue definitiva porque siempre acababan volviendo. 

Gonzalo, uno más en la familia de Eugenia

Gonzalo fue la primera pareja oficial de Eugenia tras su doloroso divorcio de Fran Rivera, por el que la duquesa de Alba sentía absoluta locura. Siempre le quiso y, a pesar de los problemas con su hija, guardó de él el mejor de los recuerdos. Tanto es así, que esperaba que Eugenia y él se volvieran a dar una nueva oportunidad. Por lo tanto, que la joven, en lugar de ‘arreglarse’ con el padre de su hija, prefiriera apostar por otra historia de amor, no le gustaba a doña Cayetana, que nunca apoyó el noviazgo con Gonzalo. 

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A pesar de que trataban pasar desapercibidos, al final, siempre eran reconocidos y les hacían fotos. “Recuerdo una vez que nos fuimos de vacaciones, un día estábamos en un pueblecito muy bonito dando un paseo y un turista nos sacó fotos, que acabaron en la portada de una revista”. Pese a que hacían todo lo posible para no ser descubiertos, de una manera o de otra acababan pillados.

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A lo largo de estos cuatro intensísimos años de relación, Gonzalo demostró ser muy importante para Eugenia, no obstante, participaba de manera habitual en planes con Tana, su hija y la figura más relevante de su vida. Miró las acompañaba de vacaciones en Ibiza, también en destacados eventos familiares, como en las bodas y, en definitiva, demostraba que era mucho más que el amigo especial de la duquesa de Montoro. 

El fin de su amor

De tensar y destensar la cuerda, al final, esta se acabó rompiendo. La relación entre Gonzalo y Eugenia llegó a su fin en 2009 y él, en declaraciones entonces a Europa Press, aseguró que “las rupturas nunca son fáciles. Son cosas nuestras y es difícil explicarle eso a todo el mundo. Además, carece de interés”. 

Los motivos de la ruptura jamás trascendieron. Sus amistades más allegadas desmintieron que esta fuera provocada por terceras personas, y apostaban por objetivos vitales distintos. 

Ahora, entre ellos no hay relación. Gonzalo Miró es de los que cree que es complicado mantener cercanía con las exparejas, por lo que supusieron en la vida de uno. “En las relaciones en general, si no salen bien, te vas a otro lado. Por lo general, no suelo tener buena relación, hay cierta cordialidad, pero…”; contó en ‘Dos parejas y un destino’. Aunque siempre hay excepciones y una de ellas es otra rubia insigne de su vida. La siempre memorable Amaia Montero.