Las infantas Elena y Cristina, de campamentos infantiles: se preparan el desayuno, limpian las tiendas y lavan su ropa a mano

La revista Lecturas compartió unas horas con las hijas de los reyes eméritos, de 13 y 12 años, que pasaron unos días de campamento de verano en el Valle de Tebra, en Pontevedra

Montse Jolis
Montse Jolis

Periodista especializada en corazón y sociedad

Cristina
Archivo Lecturas

corría el año 1977 y hacía año y medio que en España se había restablecido la democracia. Los reyes Juan Carlos y Sofía deseaban que sus tres hijos crecieran, dentro de lo posible, cercanos a la realidad de otros niños de su edad y ese verano decidieron apuntar a sus hijas, Elena y Cristina, de 13 y 12 años respectivamente, a unos campamentos de verano organizados por el colegio.

Niñas sin ningún privilegio

Las infantas, dos preadolescentes, aceptaron encantadas la decisión, ya que les permitiría convivir durante unos días en el medio rural, lejos de sus padres y junto a sus amigas de clase. Toda una aventura.

Claro que no todo fueron risas y divertimentos, Elena y Cristina tuvieron que hacer frente a una serie de tareas a las que no estaban para nada acostumbradas. El ser hijas de los Reyes de España no les reportó ningún privilegio con respecto a sus compañeras.

Cristina

Cristina, con su saco de dormir.

Archivo Lecturas

La revista Lecturas tuvo ocasión de compartir con Elena y Cristina una de las jornadas de los campamentos y, por lo que pudimos comprobar, la hija mayor de los Reyes era la más traviesa y la menor, la más aplicada en los deportes.

Días de aventura en Galicia

Cristina

El campamento estaba organizado por el colegio al que asistían las infantas.

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Así lo relataba la revista Lecturas: "Las infantas Elena y Cristina han pasado una jornada campestre en el Valle de Tebra (Pontevedra) junto a sus compañeras del Colegio Santa María del Camino... El grupo está formado por 40 niñas, entre las cuales Elena y Cristina pasan inadvertidas". Precisamente de eso se trataba, tal y como explicó a Lecturas la directora del colegio. "Eso es realmente lo que perseguíamos", nos contó.

El campamento se ubica en el castillo de Tebra, un castillo medieval gestionado por unos labradores que ejercen de guías para las niñas. "Nos han llevado a ver un aserradero", nos contó la infanta Elena.

Elena y Cristina

Tras recoger y limpiar las tiendas, las infantas se unen al grupo.

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La infanta Elena, llena de arañazos

"Cada niña tiene su tienda, lavan la ropa y, por grupos, hacen el desayuno y el arreglo de las tiendas", relata la revista Lecturas. Al regreso de una pequeña excursión, Elena nos mostraba las piernas, orgullosa de sus magulladuras de tanto rodar por el suelo y de rozarse con las matas. "Mirad... ¡Llena de arañazos!". Cristina, al contrario que su hermana, se mostraba más tranquila.

La hija menor de los reyes Juan Carlos y Sofía capitaneaba un grupo de las más pequeñas y, ante nuestras cámaras, se pusieron de acuerdo para jugar al voleibol. No era el único deporte que practicaban. Con una energía desbordante, como corresponde a su edad, tras el partido decidieron hacer otro juego: a ver quién resistía más haciendo el pino.

Cristina

Las 40 niñas del campamento se tenían que preparar el desayuno.

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"Hay que ver lo difícil que es lavar", se quejaba Elena

"La campana del campamento impone el orden. Se terminó el juego. '¿Tenéis lavada toda vuestra ropa?', dice una de las profesoras. Nos vamos con las niñas hacia el lavadero", relataba Lecturas.

"Hay que ver lo difícil que es lavar", se quejaba la infanta Elena mientras intentaba limpiar un calcetín con un cepillo y una pastilla de jabón –totalmente a la antigua– en un viejo lavadero de piedra. No es de extrañar. ¡Cómo estarían esos calcetines después de todo un día de trotar por el campo y haciendo todo tipo de actividades!

Elena y Cristina

Elena y Cristina, lavando a mano su propia ropa.

Archivo Lecturas

Después de la tarea de lavar y tender su propia ropa, las infantas y sus compañeras tuvieron que limpiar la paja del castillo. A cambio, una de las monitoras les había prometido a las niñas que les traerían un carro tirado por un buey. Y así fue. Cuando completaron la limpieza, el carro apareció.

"Ten, miña filla, lévao ti", le dijo la propietaria a la infanta Elena, quien ni corta ni perezosa se puso a guiar al animal tirando de una correa.

Un sinfín de actividades

Elena y Cristina

Tras cumplir con sus tareas, llega la hora de los juegos.

Archivo Lecturas

Las 40 niñas del campamento no tenían un minuto de descanso. Juegos, paseos... y, como ha quedado dicho, no todo era diversión, ya que también tenían un buen número de actividades diarias que cumplir y que todas hacían con más o menos buena actitud. ¿A quién le gusta lavar la ropa a mano?

Como podemos ver en las imágenes, las niñas vestían pantalones vaqueros –largos o cortos–, camiseta o polo amarillos, jersey azul y calcetines azul marino o blancos.

 

Cristina

La infanta carga a una compañera a caballito.

Archivo Lecturas

Uno de los juegos que más risas causaron fue cuando hicieron carreras con otra niña montada a caballito. La infanta Cristina, al igual que su hermana Elena siempre han sido unas niñas muy altas, por lo que, mientras era la infanta la que cargaba a su compañera, todo iba bien, pero las tornas cambiaban cuando tocaba cambiar 'la montura'. La pobre niña que estaba emparejada con Cristina apenas podía cargar con ella, lo que sin duda provocó numerosas risas.

Cristina

Cuando toca cambiar, las risas están aseguradas, ya que la compañera de Cristina no es tan alta como ella.

Archivo Lecturas

"¡Mirad cómo hacemos el fuego!", comentó Cristina

"Antes de irnos, Cristina nos retiene", explicaba la revista Lecturas. "Esperad, ahora vamos a merendar. ¡Mirad cómo hacemos el fuego! Hoy cocina Elena", nos dice la hija menor de los Reyes. 

Un día inolvidable tanto para las niñas, que al final del día tendrían mil aventuras qué contarse, como para nosotros, que pudimos ser testigos de cómo dos infantas se desenvolvían con toda naturalidad en el medio campestre.

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