Cuando Camilo Sesto tenía 31 años concedió una entrevista a la revista Lecturas, en el año 1978. Natural de Alcoy, cuando se mudó a Madrid vivió al principio en un apartamento de la calle Doctor Fleming. De ahí, y gracias a las ventas de sus discos, pasó a tener un dúplex en la calle Jorge Juan. Desde 1975, año de su triunfo con ‘Jesucristo Superstar’, tiene una casa enorme en Torrelodones
Sus canciones ocupan los primeros puestos de las listas de éxitos, sus giras en España y Latinoamérica abarrotan estadios y su adaptación del musical ‘Jesucristo Superstar’ es ya icónica, pero Camilo Sesto está abatido. ‘Melancolía’ es algo más que un estribillo para él: es su estado de ánimo.
¿Cómo te encuentras, Camilo?
A veces me siento solo, muy solo.
Da la impresión de que viajas demasiado...
¡No vivo! Mi mayor deseo, ahora, es encontrar en mí mismo al Camilo persona, al Camilo hombre, al Camilo ser humano.
Félix Gómez
¿Lo harás como soltero?
¡Qué remedio!
¿Eres solterón?
No soy solterón. Me casaré cuando exista el divorcio en España. Sí, cuando me case pensaré que lo hago para siempre, hasta la muerte, pero necesito saber que si el matrimonio fracasa puedo usar la válvula de escape que es el divorcio.
¿Una válvula de escape?
Eso es. Si eres infeliz con una mujer, debes poder decir adiós con todas las de la ley, y no solo con el “ahí te pudras”.
¿Piensas en el matrimonio?
Muchas veces, pero no siempre igual. Ahora digo: “Sí, sí, me caso”, y otro día concluyo: “Nada, no me casaré jamás”.
Félix Gómez
Ganas muchos millones, pero dices que no ahorras nada.
¿De qué sirven si no puedes disfrutarlos? El dinero está ahí, pero como un seguro que ni sientes. No soy avaro. No soy envidioso. Soy un hombre de pocas necesidades. Hoy he comido un plato de potaje; en casa tengo una chimenea encendida, unos leños; me bebo ahora un coñac... Nada. Tengo un coche grande, que necesito por mi trabajo, pero prefiero la bicicleta. No soy eso que se en tiende por ‘un millonario’.
¿Tienes problemas con las fans?
Me persiguen. A algunas les aconsejo que trabajen, que estudien, que se conviertan en mujeres auténticas.
En esta casa tienes una pequeña huerta. ¿Te gusta cultivar lechugas?
¡Qué bien estaría yo de granjero! A veces me digo a mí mismo: “Cuando sea mayor, quiero ser granjero o mayordomo de una buena casa”.