El 26 de septiembre de 1984, Paquirri fallecía en Pozoblanco (Córdoba) tras ser embestido por el toro Avispado. Tres años después, la guerra entre sus herederos ha venido atrasando el reparto de su herencia. Tres vértices componen el triángulo. Por un lado, la familia Rivera, encabezada por el padre y la hermana del matador. Por otro, la primera esposa del finado, Carmen Ordóñez, y sus dos hijos menores de edad, Francisco y Cayetano. Por último, la viuda de Paquirri y madre de su hijo pequeño, Isabel Pantoja.
Las tres partes tenían hasta el 26 de septiembre de 1987 –exactamente tres años después de la muerte del torero– para ponerse de acuerdo sobre los bienes. Si no firmaban el testamento y el conflicto acababa en los tribunales, el patrimonio podría devaluarse en un juicio por testamentaría. Dos días antes de que venciera el plazo, los herederos han llegado a un acuerdo ‘in extremis’. Tres años de tensiones Antes de llegar a la firma, la herencia de Paquirri ha sido un polvorín de acusaciones cruzadas. En noviembre de 1986, dos años después de su muerte, las tres partes del litigio se vieron las caras por primera vez. A la reunión acudieron Isabel Pantoja, Antonio Ordóñez –en representación de sus nietos Fran y Cayetano– y la familia Rivera. Se adjudicaron definitivamente las fincas de Paquirri.
“Ahora sé que los Rivera jamás volveremos a La Cantora”
Sin embargo, aquel optimismo duró poco. Antonio Ordóñez no estaba conforme con el reparto de la herencia que les tocaría a sus nietos. Por su parte, Antonio Rivera, padre del torero, empezaba a despuntar como el más perjudicado de esta triste historia. “Ahora sé que los Rivera jamás volveremos a La Cantora”, se lamentaba. La viuda de su hijo era el blanco de su ira. “¡No pienso morirme sin encontrarme cara a cara con la Pantoja!”, nos confesaba. La tonadillera se encontraba de gira en América cuando los hermanos Teresa y Antonio Rivera, Antonio Ordóñez –en representación de los hijos mayores de Paquirri– y los abogados de las tres familias se reunieron para llegar, por fin, a un acuerdo sobre la herencia.
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Los herederos coincidieron en que se respetarían los acuerdos: Cantora para Isabel y su hijo, El Robledo para los Rivera y Los Rosales para los Ordóñez. Uno de Francisco Rivera Pantoja nació al año de casarse los albaceas, don Antonio Escámez, afirmaba: “Hay cosas que, de tan gordas, serían impublicables”. El albacea reconocía que los celos y las envidias estaban acabando con la herencia de Paquirri y afirmaba: “El tema de la herencia es un desastre, una calamidad”.
“Yo, por suerte, no necesito esa herencia para comer”
Mientras tanto, Isabel Pantoja dio su versión de los hechos en una entrevista radiofónica concedida a Joaquín Prat: “Yo, por suerte, no necesito esa herencia para comer, pero es una cosa que él, mi marido, ha dejado a su hijo. Con herencia o sin herencia, mi hijo come y comerá, puesto que tiene una madre”. En cuanto al reparto, la cantante fue rotunda: “Mi hijo, lógico, tiene derecho a lo que su padre le asignó; lo suyo será suyo. Él tenía otros dos hijos que también recibirán lo que les corresponde. Cada uno tendrá lo suyo, es de cajón”. En Cantora Pantoja vivió los días más felices de su matrimonio con Paquirri y con respecto a ella afirmaba: “Realmente ahora nada es de nadie. Hay que esperar al reparto”.
Alberto Matey
Y así se vivió hasta el 24 de septiembre de 1987, cuando, casi tres años después de la muerte del torero, la familia Rivera, los Ordóñez e Isabel Pantoja fueron citados en las oficinas del Banco Español de Crédito para firmar el testamento de Paquirri. Todas las partes firmaron en despachos separados. Isabel Pantoja no cruzó ni una sola mirada con la familia de su difunto marido. Por el contrario, Carmina Ordóñez, junto a su padre, estuvieron con la familia Rivera, e incluso Carmina le hizo entrega a Teresa Rivera de la esmeralda de la madre de Paquirri. Teresa, la hermana del torero, recibió con emoción este gesto.
“El no haber firmado en su día nos ha perjudicado en más de 100 millones de pesetas”
Además, Carmina metió la mano en su sobre de alhajas y le dio a Teresa unos pisacorbatas de Paquirri para sus sobrinos. El reparto definitivo de la herencia dejó a Isabel Pantoja y a su hijo con un 45 % de los bienes y la finca Cantora. Carmina Ordóñez renunció a todos sus bienes a favor de sus hijos, que recibieron el 40 % y las fincas Garlochi y Los Rosales. Antonio Rivera, padre del torero, y sus hermanos recibieron el 15 % de los bienes más la finca El Robledo.
Alberto Matey
El retraso de la firma ha convertido los 40 millones de deudas que dejó Paquirri en 150. Los hijos del torero deberán pagar, además, a Hacienda 19 millones de impuestos por cada cien heredados. Las tres partes podrían verse obligadas a pedir créditos y trabajar durante 20 años para sacar las fincas adelante. De las tres mujeres que más quiso Paquirri –Carmen Ordóñez, Isabel Pantoja y su hermana Teresa–, dos de ellas, Carmen y Teresa, coinciden en afirmar: “Isabel se negó a firmar porque no quería que nadie cogiera nada, y por eso si antes se debían 50 millones ahora se deben exactamente 156. El no haber firmado en su día nos ha perjudicado en más de 100 millones de pesetas”.