Eras la princesa, qué digo, reina inca, futura presidenta de Perú, Vargas Llosa te adoraba, tus devotos eran cientos de miles cuando estabas en el reality. Sí, pero…

¿Qué se ha hecho de esos cientos de miles? Los que amenazaban a las escasas voces discrepantes, los que lograron que odiáramos a Mónica y a Carlos, los que te votaban en masa... Porque estás ahí… ¡y no pasa nada! Un experto en la cosa televisiva me reconoce: “Fuera de la casa, de momento no está funcionando como esperábamos”. ¿Y por qué? ¡Misterio! Sigues siendo igual de mona, simpática, agradable, tu voz sigue teniendo los mismos trinos que nos encandilaban, pero se está demostrando que aquel espectáculo televisivo que formabais los tres es irrepetible. Pena, penita, pena.