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Me he quedado plof con mis dos grandes decepciones televisivas de esta semana. Ni Luis Rollán ni Alessandro Lequio han conseguido convencerme. Luis, sobreactuado, titubeante, parecía una polilla deslumbrada por la luz. Como dice El hombre confuso, se equivocó de estrategia y no conseguimos comprender lo que le pasaba. A Alessandro le faltó contundencia, mostraba una pose relajada como si el asunto no fuera con él, ¡estuvo a punto de ponerse a bostezar! Por cierto, en Hable con ellas están felices. Les han dicho que si siguen con estos índices de audiencia, repiten curso, lo que en televisión, al contrario que en la vida, es un éxito. ¡Aúpa, niñas!