Pilar Eyre

Pilar Eyre

Corinna Larsen

La infidelidad que destruyó la relación del rey Juan Carlos y Corinna Larsen

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Pilar Eyre

Periodista y escritora

Elena fue la primera en conocer la relación y se la contó a sus hermanos. Felipe, muy unido a su madre, sufrió mucho. Aun así, los entonces príncipes de Asturias asistieron a unos premios organizados por Corinna en Barcelona, aunque se negaron a cenar con ella. Sin embargo, Cristina e Iñaki la trataron con deferencia porque el duque esperaba que le ayudara a promocionarse en la esfera internacional. La foto de toda la familia posando con la alemana preocupó a Sofía, ya que le demostró que esta amante no iba a ser tan inocua como otras y vio peligrar su estatus de reina. Pero la relación se vino abajo cuando ella descubrió que Juan Carlos, que entonces tenía 72 años, le era infiel con una señora de Valencia. ¡Llevaba dos años con ella! ¡Se veían a sus espaldas! Corinna se puso furiosa, dejó Madrid y se trasladó a vivir a Londres con su hijo. A pesar de eso, cuando el Rey se sintió mal y tuvo que ser intervenido en Barcelona a vida o muerte, corrió a su lado, mientras Sofía permanecía tranquilamente en su casa, y de la valenciana nunca más se supo.

El Rey le propuso matrimonio

Lo operaron un sábado, la Reina acudió por obligación, aunque no llegó a verlo, pero tuvieron que sacar a Corinna de la clínica por otra puerta para que no se encontraran. El lunes, cuando se reunió con el Rey, este, emocionado y agradecido, le propuso matrimonio por primera vez. Ella se extrañó y le preguntó por Sofía. Juan Carlos le respondió que había maneras de arreglarlo. Después ocurrió el episodio de Botswana. Cuando regresaban en el avión medicalizado que la propia Corinna había fletado, pidió que la dejaran en Suiza. Un miembro de seguridad le respondió, cortante: “Primero paramos en Madrid, y después puede usted irse a la mierda”. No volvió a poner los pies en España, pero el Rey siguió insistiendo dos años más, incluso después de su abdicación. Le hacía regalos, dinero, pisos, lloró y suplicó: “No puedo vivir sin ti, por favor, casémonos”. Hasta se lo contó a sus hijos, pero la alemana no cedió porque, según dijo, su amor murió para siempre cuando se enteró de que le había sido infiel. No pudo perdonarlo. Su rechazo despertó la cólera de Juan Carlos. Y de aquellos polvos vienen estos barros.

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