La justicia avanza en ocasiones a una velocidad que sorprende por su lentitud, y más cuando se trata de hechos especialmente graves. Estos días se ha vuelto a escribir de uno de los mayores casos de pederastia destapados en Catalunya y conocidos en España. Un caso espeluznante que tiene como principal víctima a una menor que tenía 12 años cuando cayó en las garras de Teófilo Lapeña Martínez, un electricista de 45 años, que está acusado de crear y dirigir una red de pederastia que tenía su epicentro en un piso de la calle Unió del distrito de Ciutat Vella de Barcelona. En esa vivienda grababa, editaba y distribuía pornografía infantil. El acusado se enfrentará a tres juicios. Por la primera víctima, la joven de 12 años, a la que supuestamente captó, violó reiteradamente y usó para conseguir la atención de otros menores, la Fiscalía solicita 107 años de prisión.
Tres piezas distintas
Pero este no será el único proceso judicial al que se enfrente. El juzgado de instrucción número 7 de Barcelona tiene otras dos causas más, dos piezas separadas, que implican al electricista, y a otra docena de hombres. Una de las piezas se fundamenta en la misma víctima, la menor de 12 años. Además de Teófilo aparecen otros seis hombres (uno de ellos también menor de edad y otro no identificado) en las violaciones que sufrió la adolescente. Agresiones todas ellas grabadas y posteriormente difundidas. La tercera pieza judicial tiene como implicados nuevamente al electricista y a un grupo de hombres. En la causa aparecen una docena de las 25 víctimas que inicialmente detectaron los Mossos d’Esquadra en los vídeos intervenidos. Estos doce menores son los que los policías lograron identificar, localizar y tomar declaración.
El juicio, a finales de año
La primera de las piezas tiene previsto juzgarse entre finales de este año y el que viene. En cambio, las otras dos todavía no tienen fecha porque la investigación sigue abierta y los policías siguen realizando diligencias. Es decir, un mismo caso de pederastia está dividido en tres investigaciones judiciales distintas, aunque algunos de los acusados y víctimas estén presentes en las tres causas. En este momento usted que está leyendo estas líneas se habrá preguntado por qué no se unifica todo en un mismo proceso judicial. La respuesta es tan compleja como los propios vericuetos judiciales. Por tanto, sigamos con los hechos.
El inicio del caso
El caso arrancó en el 2021, cuando la adolescente que tenía entonces 12 años denunció que había mantenido relaciones sexuales con diversos hombres en un piso de Barcelona. La joven lo contó después de que los educadores sociales del centro de menores abierto en el que estaba descubrieran material sexual en su teléfono móvil y unas conversaciones comprometedoras en una aplicación de parejas.
En ese momento, la menor estaba bajo la guarda de la Dirección General de Atención a la Infancia y a la Adolescencia de la Generalitat (DGAIA) después de que su madre enfermera de cáncer y su padre se viera incapaz de hacerse cargo de ella. Además, la menor había sufrido acoso en el centro escolar y era especialmente vulnerable. La custodia, la potestad legal, seguía en manos de los padres.
Tenía antecedentes
De hecho, los padres y los educadores del centro acompañaron a la menor a la comisaría a poner la denuncia. Los Mossos d’Esquadra iniciaron entonces una ingente investigación, en la que detuvieron en dos ocasiones al electricista, originario de Valencia, donde ya había sido implicado en 2010 en una causa de prostitución de menores. En el primer arresto en Barcelona, en junio de 2022, la policía intervino sus dispositivos electrónicos, donde encontraron innumerables pruebas que apuntaban a que había convertido un piso de Ciutat Vella en un centro de pederastia, en el que grababa a las víctimas para producir una pornografía infantil que después intercambiaba.
Segunda detención
El hombre quedó en libertad y en abril de 2024, los Mossos d’Esquadra lo detuvieron de nuevo. Esta vez fue junto a otros 15 hombres a los que la policía describió como auténticos “depredadores sexuales”, después de recopilar numerosas pruebas contra todos ellos. Los investigadores convocaron en ese momento una rueda de prensa en la que describieron, todavía con el estómago encogido, algunas de las imágenes de las que hallaron en los 250 vídeos que contenían agresiones sexuales. En 38 de las violaciones, el responsable era Teófilo. El resto eran protagonizadas por otras personas y fueron grabadas en el piso de Barcelona entre 2016 y 2022.
Un sumario terrorífico
Esos mismos investigadores analizaron más de 2.000 conversaciones de contenido sexual que filtraron y seleccionaron otras 120 de contenido pedófilo o pederasta “con relevancia policial”. En estas últimas, los protagonistas intercambiaban vídeos, hacían referencias explícitas a agresiones sexuales, algunas grupales, o explotación sexual de menores. El principal sospechoso y responsable de la red se encuentra en prisión preventiva desde abril de 2024.
El sumario del caso pone los pelos de punta. No solo las imágenes, también los mensajes intercambiados entre los acusados que evidencian que conocían perfectamente la edad de la víctima, entre 12 y 13 años, y las consecuencias legales que tenía. La edad mínima de consentimiento en España son 16 años, por lo que todos los actos investigados en la causa están tipificados como agresiones sexuales.
Conversaciones delatoras
Los abusos a la menor se prolongaron desde mayo de 2020 a octubre de 2021. “¡Je! ¡Je! Huele a coñito de niña de 13”, escribe uno de los investigados al cabecilla en uno de los mensajes que aparece en el sumario y que desveló El Periódico. “Pues yo la conocí con 13 recién”, responde el electricista. El informe policial está repleto de mensajes e imágenes que muestran la monstruosidad de las acciones de los acusados, así como la banalización de las agresiones sexuales y la cosificación e hipersexualización de una niña que era extremadamente vulnerable.
“Si eres capaz de follarte a una nena de 14 tenemos mucho en común seguro”, le dice Teófilo a otro de los sospechosos que se queja por haberle filmado abusando sexualmente de la menor. En varios mensajes, este último acusado comparte con el cabecilla de la trama su preocupación por que la niña pueda llegar a denunciarles: “No sabes cuándo esa niña puede abrir la boca y se te va a ir la vida a la mierda”. Por ello, advierte a Teófilo: “No te estoy amenazando ni nada, pero no grabes a nadie por tu bien, y menos teniendo sexo con una menor de edad”.
Una gestión dudosa
Al conocerse estos días la petición de la Fiscalía de esos 107 años para el principal acusado, se han vuelto a plantear las dudas sobre cómo una menor que tenía 12 años y estaba bajo la guarda de la DGAIA pudo estar tanto tiempo sometida por una red de pederastas. Y se han empezado a conocer nuevos datos que cuestionan la gestión de una institución que debía velar y proteger a la menor. Por ejemplo, que la DGAI toleró que esa menor se fuese a vivir, ya con 15 años, con un joven que tenía 25.
El organismo de la Generalitat permitió esa circunstancia pese haber recibido un expediente de desamparo que recibió de los servicios de atención a la infancia de L’Hospitalet de Llobregat, que hacían seguimiento de su caso. El joven está completamente desvinculado de la red de pederastas, pero esa relación afectiva entre una menor que había sido víctima de agresiones sexuales era totalmente desaconsejable, insistieron los trabajadores que conocían a la menor.