En su última aparición pública, la Reina Letizia ha lucido un vestido de Zara. Cada vez que lo hace parece la primera por la importancia que se le da a una elección que, aunque parezca un mensaje cifrado, en realidad es gratuita. El eclecticismo indumentario es una constante en la vida de la Reina, capaz de llevar un día un modelo de Nina Ricci, los más caros de su vestuario, (aunque la empresa Puig, propietaria española de la firma francesa, se lo deje a buen precio) y otro día un vestidito de Zara que a precio normal no superaba los 50 euros, ya que costaba 49,95, esa cifra truco del almendruco comercial por la que el cliente se queda con el 4 inicial y no piensa en los cincuenta euros, sino en los cuarenta. En cualquier caso, con tanto bandazo estilístico la Reina va camino de perder su identidad.

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En otra ocasión, la Reina, entonces aún princesa, lució un vestido de Zara con el que también había sido fotografiada Belén Esteban, dándose la paradoja de que el modelo le sentaba mejor a la estrella de Sálvame que a la de la Zarzuela.

Es cierto que las mujeres que aparecen constantemente en público tienen el handicap de tener que cuida su vestuario pero deben de hacerlo con tal sutileza que no parezca que su prioridad claro. No le pasa solo a la Reina, todas las presentadoras de televisión tienen el mismo problema y, por lo general, suelen salir airosas principalmente porque de su vestuario suele ocuparse un o una estilista que cada día le presenta una selección de modelos para que la usuaria elija el que mejor se ajusta a sus preferencias o a su estado de ánimo.

¿Quién elige el vestuario de la Reina? ¿Por que un día decide ir con un pinguito, lo siento, de Zara y al día siguiente con un impecable modelo hecho a medida?. Son elecciones que no tienen ninguna lógica si las comparamos con la que, por ejemplo, tomó Michelle Obama al decidir lucir, en su único acto público en Madrid, un diseño de Josep Font para la firma Delpozo. Un diseñador catalán para una firma española asentada en Estados Unidos, no se podía pedir más.

Carla Bruni, en sus tiempos de primera dama, lució en su primer viaje oficial a Gran Bretaña, acompañando a su marido Nicolás Sarkozy, a la sazón presidente de Francia, un vestuario diseñado por John Galliano, nacido en Gibraltar y ciudadano británico, para Dior, la firma francesa por excelencia. Todo tiene su porqué en el vestuario de reinas, princesas y primeras damas y un lenguaje de gestos y mensajes que no pueden despreciarse. Lo mejor es cuando, su ser y su estar se corresponden con el vestuario; es decir todo es perfecto sin llamar la atención. Ya lo decían los clásicos, una mujer va bien vestida cuando al pasar te fijas en ella y no en su vestido, ni para bien, ni para mal.

Por eso resulta desasosegante tener que descifrar los mensajes que encierra el vestuario de la reina Letizia cuando en realidad no se corresponde con ningún idioma conocido, ni tan siquiera cifrado. Es decir, el criterio es que no hay criterio.