Me ha producido desasosiego ver a Victoria Federica montada en un caballo en la portada de una revista. La imagen era tan apabullante que me he sentido hasta invadido. Más por ella que por el caballo, que aparecía en la fotografía bellísimo. En ella no he reparado mucho en si estaba guapa o no, quizás porque he llegado a la conclusión de que ¡hasta aquí hemos llegado! Porque la niña, lo siento mucho, ya me ha agotado. Su principal activo es ser nieta de quién es y por eso la contratan. No me parece nada criticable. Pero, de la misma manera que eso le ha ayudado a entrar por la puerta grande como ‘influencer’, también debería ser extremadamente cuidadosa con sus formas. Desde aquí se lo digo por si le sirve de algo: cariño, has enseñado ya la patita demasiadas veces para ser tan joven. Tu madre se ha distinguido siempre por su mala educación con la prensa y tú sigues por el mismo camino: tratas con un tremendo desdén a los reporteros de la calle. Pero no te equivoques. A tu madre se lo toleraban porque era infanta y eran otros tiempos. En ese aspecto tú no eres nadie. Solo ‘nieta de’, ‘hija de’. Y los demás tampoco somos los mismos. Así que cuando salgas a la calle haz todo lo posible por dejar en casa tus modales de muchacha altiva y malcriada y aprende a besar el suelo por donde pisan los compañeros de la calle que tienen que seguirte. Y este mensaje es para los que la llevan: ¿no podríais ser un poquito más discretos? ¿Tener menos prisa? Estáis intentando meternos el producto a cucharadas soperas y a mí se me está empezando a atragantar. Si seguís explotándola de esa manera, dentro de cinco años Loly Álvarez va a parecer a su lado una muchacha en flor.