Me entero estando fuera de España de que Terelu debe volver al quirófano. En un momento le pondré un mensaje a ver qué tal respira, tampoco la quiero agobiar con una llamada. La imagino desbordada. Porque pese a que en algunas ocasiones nos quieran vender la burra de que Terelu no es querida en la profesión no es verdad. De hecho es una mujer que despierta muchísimo cariño porque, entre cosas, es la primera que se desvive cuando uno tiene un problema. He leído que la familia de ‘Sálvame’ se ha movilizado para ofrecerle ánimo a espuertas. Vamos, lo esperado. Porque entre nosotros pueden saltar chispas y llevarnos a matar la mayor parte del año pero en cuanto alguien atraviesa por un problema verdaderamente delicado, ahí estamos todos a una. Sé que Terelu va a superar este problema como ya superó el otro. Estoy convencido de que va a salir adelante incluso con mayor empuje porque se va a enterar de una vez por todas –si es que no lo había hecho ya–, de que no está sola. De que somos muchos los que nos preocupamos por ella y deseamos que de una vez por todas salga de ese pozo de melancolía en el que lleva inmersa desde hace años. Aunque no quiera, no le va a quedar otra que coger impulso para encauzar su vida de una vez por todas. Aquí estaremos todos para apoyarla. A mi media mañana –muy temprano para ella por la diferencia horaria– recibo un mensaje suyo, que cuando yo quiera hablamos. La llamo y lo primero que hace al coger el teléfono es saludar sonriendo y preguntarme cómo lo estoy pasando. “No, hija, no. Esa no es la pregunta –le respondo– ¿Cómo estás tú?”. Me tranquiliza verla tan animada. Un tanto preocupada por cómo se lo iba a tomar su madre pero en cuanto ha comprobado que está preparada para la lucha se ha venido arriba. ¡A por todas, pues!