En el tren alterno la lectura de ‘30 maneras de quitarse el sombrero’, de Elvira Lindo –soy muy fan–, con ‘El arte de amar’, de Eric Fromm. Este último me lo regaló J.L. el lunes. Lo conocí por Instagram –a J.L., quiero decir– y hemos hecho amistad. Tiene veintiséis años y es periodista. Me cuenta los problemas que tiene a la hora de encontrar trabajo y yo no puedo dejar de dar gracias por haber empezado en este mundo veinte años atrás porque creo que antes todo era más fácil. No me gusta tener esta clase de pensamientos: son de padre desencantado. En cualquier caso, si tuviera un hijo, no intentaría disuadirlo para que abandonara un proyecto profesional que particularmente no me convenciera. Soy de los que piensan que nada es imposible.