Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Melody

“Gracias a Melody por su entrega, no ha podido hacer más ni mejor”

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Jorge Javier Vázquez

Escritor, presentador, actor y productor teatral

Estuve todo el sábado cantando el estribillo de “Esa diva”, hecho que califico de milagroso teniendo en cuenta que la canción me parece una birria tendida al sol. Mala de solemnidad. Un delirio cañí rancio. Carlos Marcos la definía en El País como “desfasada” y Victor Amela en La Vanguardia la tildaba de “sonrojante y abochornante”. A pesar de todo, me la he llegado a aprender porque “emo sido bombardeados” por tierra, mar y aire. Hasta el hartazgo. Sin descanso. De una manera inmisericorde. Dicho lo cual, ¿qué hacemos a partir de ahora con Melody? Porque algo tendremos que hacer. Primero, darle las gracias por su entrega. No ha podido hacer más ni mejor. Siempre contenta. Siempre positiva. Siempre entusiasta. El problema es que su talento está muy por encima de todo lo que se le ofrece. Al menos, hasta el momento. Todos la amamos. 

Melody

Melody es una estrella

Todos la respetamos. Pero está en un momento muy complicado de su carrera: el de tener que decidir qué quiere ser. Ha jugado bien su papel de diva. Quizás en algunos momentos en exceso. Pero ahora que ha pasado el souflé debería rebajar unos cuantos tonos para no caer en la caricatura. Melody no tiene que demostrarnos nada. Ahora son los profesionales los que deben estar a su altura y ofrecerle retos con los pueda desplegar toda su artillería artística. Ella, que lleva tantos años de oficio a sus espaldas, debe afinar su instinto y formar un equipo que la coloque donde merece estar. Lleva demasiados años trabajando para tener que seguir demostrando que es una estrella. Lo es. Todos lo sabemos. Ahora toca que se pongan las pilas los otros.

Ganas de ‘Las Berrocal’

Estoy deseando ver el reality de ‘Las Berrocal’. Sé que me va a producir mucho bochorno pero es que tengo mono de sentir vergüenza ajena. Ya la siento cuando me pongo un rato el podcast de Vicky y advierto que siempre está con cara de flipada, como si se le estuviera apareciendo continuamente la Virgen de Fátima para recordarle lo “guapa, guapa, guapa” que es. Vicky, por supuesto, no la virgen. Me he puesto varias veces el trailer y es hipnótico. Muy pretencioso. Cuatro señoras que responden a un mismo apellido elevado a la categoría de saga. Bueno. Intuyo que la que mejor me va a caer es Alba, la hija de Vicky y de Manuel Díaz. Porque por las pocas imágenes que he visto parece que es muy consciente de que todo lo que le rodea es un auténtico despropósito. Vicky confiesa al final del trailer que está en el mejor momento de su vida o algo así, que es lo mismo que no contar nada o algo ya contado. A eso se le llama vender pescado congelado.

Las Berrocal

Es más, es que estoy convencido de que esa manoseada afirmación se la he escuchado ya en múltiples ocasiones. Vicky me interesa pero a la contra. Me disgusta, incluso. Es afectada en grado superlativo. Poco natural en sus maneras. Ardo por ver su reality porque sé que me va a provocar algo. Aunque sea rechazo. Y eso, dedicándote a este negocio, es muy bueno. Porque debajo del hater se esconde un seguidor incondicional. Sé de lo que hablo. Soy hater de Vicky Martín Berrocal, que es lo mismo que decir que estoy pendiente de todo lo que hace para ponerla de hoja de perejil. Es una forma de amar como cualquier otra.

Frases para la historia

Este semana me he enamorado de una de las invitadas de mi diario. Destiny, de Castellón de la Plana. Si no recuerdo mal su nombre real es Alejandra. Una chica jovencísima con un desparpajo envidiable. Vino un día al programa a cantarle las cuarenta a un muchacho porque mientras estaba hablando con ella por Instagram tuvo la osadía de invitar a su amiga Patri a cenar. Acabaron más o menos entre risas pero antes de que finalizara el programa llamó un chico porque se había enamorado de Destiny. Claro, les organizamos una cita para el día siguiente. Antes de presentárselo, le mostramos una foto en la que aparecía con la cara tapada, el espectacular torso al aire y una toalla anudada a la cintura. Lo primero que le llamó la atención es que la toalla estaba demasiado lisa. “Hay veces que la cara ofende pero el paquete defiende” explicó. Qué sabiduría. No sería la única frase que pronunciaría para la historia. Ahí va otra: “Muñequita de todos, juguetito de nadie”.

Ahora ligo menos

En mi vida cabe todo. Lo mismo me leo en un fin de semana “Franco y yo” de Jesús Ruiz Mantilla –imprescindible para los nostálgicos del régimen, así se les va la tontería– que le pregunto a un joven de mi diario cómo era el muchacho que le hizo perder la cabeza en Amsterdam. “Tenía lo suyo”, me contestó. Tengo ganas de contarle algo así a alguien, a ver cómo se presenta este verano en el que cumpliré los cincuenta y cinco. Cuenta Josep Maria Mainat en La Vanguardia que no tiene una vida sexual muy activa: “Me cuesta mucho ligar por mi posición, estatus social y mi edad. Pero tengo amigas y también tengo muchas relaciones sexuales conmigo mismo”. En los últimos años, alguna de esas raras veces que he ligado, siempre he escuchado estas frases: “Tendrás tíos a montones”. O “Estarás harto de que te vayan detrás”.

Conforme han ido aumentando mis cotas de popularidad más han descendido mis ligues. Por aplicaciones muy poco y por Instagram algo. Es como si salir tanto en la televisión me convirtiera en alguien tan familiar que te ruborizaría tener sueños húmedos conmigo. No soy de los que tengan amigos, de los que tengan agenda. No me suele gustar repetir porque tiendo a equivocar sentimientos. Así que, si el cosmos no lo remedia, estoy cada vez más abocado al amor propio. Habrá que empezar a aceptarlo. Otra cosa más. Qué difícil es madurar, siempre enfrentándote a situaciones desconocidas. Con lo que yo he sido.