Rocío Crusset, como le sucediera a Lucía Rivera Romero, es una modelo que ha tenido que lidiar con uno de los problemas más molestos de la piel, el acné. El nuevo Ángel de Victoria’s Secret se ha atrevido a mostrar cómo estaba su rostro hace solo dos años, un tema que suele acomplejar, especialmente, si una o uno vive de su imagen.
Rocío, que ya está en España dispuesta a pasar sus vacaciones, había probado de todo para que su piel mejorara pero los granitos insistían en no marcharse. Dice que usó de todo, desde el famoso Dercutane, antibióticos (que, por ejemplo, sí surtieron efecto en Lucía) o el agresivo Roacután. Por no hablar del dineral en cremas y demás tratamientos tópicos. Todos ellos probados sin éxito. Tras años intentándolo todo dio con una solución a su medida. A la de ella y no tiene por qué a la de todos, algo en lo que ella insiste mucho, pues igual que cada persona es un mundo, también lo es la piel de cada uno. Lo que a ella le ha servido, no tiene por qué servirnos a nosotros y viceversa.
A Rocío lo que sí le funcionó fue un tratamiento con su propio plasma y vitaminas. “Os lo pueden poner en la cara y luego lo mezcláis con vuestra crema facial habitual. Yo empecé con láser y después me pasé a esto. A mí me cambió el cutis (…) Sé lo que se sufre con el acné y, creedme que probé TODO”.
Rocío asegura que algunos tratamientos le duraban el efecto unos meses pero que al poco volvía a estar como antes, con la desesperación que esto genera. Ahora, a pesar de haber tenido un bache tras dejar de fumar, su piel es otra. Afirma hacerse este tratamiento dos veces al año, aunque las infiltraciones de vitaminas sí lo hace de manera más constante.