Pilar Rubio protagonizaba una de las sesiones más impactantes de su carrera en exclusiva para 'Lecturas'. La presentadora se metía en el papel de un guerrero para sorprender a todos los lectores en el concurso que, semanalmente, organizaba 'Lecturas'. ¿Serían capaces de descubrir qué famosa se encontraba detrás de esta transformación? Sin duda, la de Pilar fue una de las más sorprendentes.

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La presentadora reaparecía ante los lectores con un aspecto que nunca antes habíamos visto. ¡Hecha un auténtico guerrero! Poco a poco, se iba desprendiendo de las ropa y las prótesis para regresar a su imagen habitual. Y la experiencia, por supuesto, le encantó. Así nos lo quiso contar ella misma.

Pilar, ¡Se nota que has disfrutado con la sesión de fotos!

Estoy maravillada. El cambio es tan progresivo. Empiezas poco a poco y al final, ¡no eres tú! Además, como soy muy esponjita, me he quedado con ideas. Yo lo guardo todo en un lado de mi cabeza, y cuando veo que puedo aplicarlo, lo saco

¿A qué ideas te refieres?

La forma de trabajar del estilista, cómo improvisaba los arreglos. Al utilizar cota de malla he visto que cosía con hilo de metal. Algún día quizá lo utilice en mi línea de ropa y complementos, Metalhead.

¿Qué has sentido al verte vestida de hombre por primera vez?

¡Ha sido muy fuerte! ¡Soy exacta a mi padre y a mi hermano Alberto! [6 años más joven]. Qué ganas tengo de que vean las fotos.

Has dicho: “Uy, ya no tengo pechos, sino pectorales”

Sí, una vez que te metes en el papel, aceptas todos los cambios. ¡Me hubiera gustado cortar alguna cabeza! [risas]

¿Es cierto que a los 13 años ya andabas cosiendo camisetas?

Sí, ya enredaba con la ropa. Cuando me quedaba sola en casa, cogía las cacerolas de la cocina, hervía agua y me ponía a teñir, para desesperación de mi madre. Pero en el fondo le gustaba mi afición por la ropa porque ella era modista.

¿Tu primer recuerdo delante de la cámara?

Pues trabajando de azafata en ‘El precio justo’. Después vino la publicidad. Me dejé llevar y la tele me atrapó.

Por entonces estudiabas Económicas.

Sí, mi padres apoyaban mis aficiones y dieron alas a mi creatividad, pero siempre y cuando siguiera estudiando. Al final, cuando lo de la tele se volvió más absorbente, me resultaba imposible compatibilizarlo con la universidad.

¿Cómo se lo tomaron?

Pues con mucha cautela, y un poco de miedo. Lo entiendo perfectamente. Pero siempre han confiado en mí, desde niña he sido muy responsable.

Cuéntame un sueño que hayas tenido.

Pues una vez soñé que me iba a una isla desierta a trabajar con delfines. Curiosamente, el verano pasado nadé con ellos y fue precioso. Me dije: “Es verdad que algunos sueños se cumplen”.

¿Cómo superas un mal día?

En casa con mi gente se me pasa todo. No me llevo los conflictos a casa. El trabajo no lo es todo en la vida. Yo antes vivía para trabajar. Ahora trabajo para vivir.

¿Y eres más feliz?

¡Absolutamente sí! He madurado. Me tomo las cosas de otra forma.

¿Cuáles son tus virtudes?

Soy paciente y muy reflexiva. Tengo buen carácter, buen humor, y aunque no siempre es posible, prefiero poner al mal tiempo buena cara. Los años te enseñan que la vida depende mucho de cómo uno se la tome. Todos los días tienen algo bueno.

¿Y tus vicios confesables?

Los donuts y un pedazo de chocolate por la tarde. Me encanta la cerveza, con moderación, los batidos de fresa y la música en directo. Pero mi mayor vicio es el amor.

¿Algún tipo de amor en particular?

Me gustan los amores nobles y puros. Siempre pongo como ejemplo el protagonista de la película ‘Los inmortales’. Cuando ella, que está a punto de morir, le pregunta: ‘¿Por qué no envejeces?’, él responde: ‘Para quererte igual que el primer día’