Mariah Carey y el síndrome de la bomba a punto de explotar

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¿Alguna vez se han preguntado por qué la cantante Mariah Carey siempre parece que va a explotar? No tenemos claro si se trata de una ilusión óptica, de un defecto de las cámaras -que también sería casualidad que sólo le ocurriera a ella-, o de una mala elección en el vestuario, pero tenemos serias dudas acerca de que la cantante pueda respirar cada vez que sale a la calle. A Mariah le encantan los vestidos muy ceñidos, las minifaldas, las aperturas laterales, los escotazos y los palabras de honor, y claro, con tanta poca tela es muy complicado contener todo el desparrame corporal del que hace gala la cantante. Pero no crean que es la única famosa que sufre el 'síndrome de la bomba atómica'. Sin ir más lejos, nuestras Terelu Campos o Raquel Mosquera también son devotas de la ropa ultraceñida, como si por ir más marcada fuesen a parecer más delgada. ¿Qué les pasa a estas mujeres? ¿No tienen ningún estilista que las aconseje? ¿No se miran en el espejo antes de salir a la calle? Adentrémonos en el síndrome.

 

Mariah Carey no siempre ha sido así. Cuando la cantante empezó a triunfar en el mundo de la música, su imagen no tenía nada que ver con lo que es ahora. Delgada, de melena rizada y aspecto de niña buena, la joven Mariah alcanzó el número uno de ventas a la vez que conquistaba el corazón de Tommy Mottola, uno de los nombres más importantes de la industria discográfica, que vio todo el potencial de la cantante, dentro y fuera del escenario. Mariah ya presumía de voz portentosa pero mantenía un estilo más cercano a las estrellas del R&B, muy en la línea de Whitney Houston en sus mejores años. Pero el amor duró poco y Mariah acabó separándose de Mottola -que la cambió por la latina Thalia- y ahí empezó el drama estético. En un intento de dejar claro que estaba de nuevo en el mercado, la cantante empezó a abusar de las minifaldas, de los bikinis y de los vestidos ceñidos, aunque, por aquella época, todavía podía ponérselos sin necesidad de una buena faja.

 

Los años pesan y a la cantante le dio por comer y abusar del bótox. Eso sí, en las portadas de sus discos parece que continuemos viendo a la joven y delgada Mariah -y ella, que lo sabe bien, sube fotos de sus años mozos a instagram, haciéndonos creer que se tratan de imágenes actuales-. Pero las redondeces y el cambio corporal tras el embarazo de sus gemelos Monroe y Moroccan no han servido para detener los ataques estéticos de la cantante. En sus recientes conciertos en Japón hemos podido ver como Mariah luce muslamen con vestido tan mínimos que no le cabrían ni a una modelo de pasarela. Ante ello, nos surgen varias dudas. Primera, ¿dónde consigue comprarse esa ropa? Y segunda, ¿cómo puede cantar y meter tripa a la vez? Mariah, sin duda, no es de este mundo. Pero, queridas lectoras, no sufran. Antes de que lleguen a los extremos de Mariah Carey, les vamos a dar cinco consejos para identificar si sufren el 'síndrome de la bomba atómica'. Más vale prevenir que explotar:

 

1. “Utilizo la misma talla desde el instituto”. Si alguna vez han pronunciado esta frase, pueden que estén desarrollando un futuro 'síndrome de la bomba atómica'. Muy poca gente puede presumir de no haber engordado desde la postadolescencia, ya no por haber cogido quilos, sino porque el cuerpo se ensancha con la edad. Si usted sigue utilizando la misma talla, pregúntese si, realmente, es su talla, o si no recuerda la última vez que consiguió agacharse a recoger algo del suelo sin tener que desabrocharse el cinturón. En el segundo caso, vaya poniendo remedio.

 

2. “La lycra es mi mayor aliado”. Todos tendemos a pensar que llevar ropa ceñida nos hace más delgados, y en la mayor parte de los casos es verdad. Si uno no es demasiado alto, no puede llevar ropa ancha, ya que corre el riesgo de parecer más bajito. Pero de ahí a tener que utilizar un calzador para entrar en su jersey favorito hay un gran paso. Si han tenido que acostarse en el suelo para abrocharse el pantalón o necesitan de dos manos amigas para poder quitarse el vestido, están a punto de convertirse en las Mariah Carey de su barrio. Piénsenlo.

 

3. “Con esta minifalda todos me miran”. Para atreverse a llevar una minifalda cortita hay que tener valor y buenas piernas. Las rodillas no son una parte del cuerpo demasiado bonita, igual que ocurre con los pies o los codos, y tengan claro que una minifalda no deja nada a la imaginación. Si empiezan a tener unas curvas pronunciadas, opten por una falda tubo ceñida. Les sentará mejor y provocará menos comentarios malintencionados. Piensen que Mariah es muy fan de las minifaldas, por mucho que no respire desde hace más de veinte años. No quieran llegar a ese punto.

 

4. “Yo sé lo que me queda bien, déjame a mí”. A veces hay que dejarse aconsejar por los profesionales del sector. No entendemos como los asesores de imagen de Mariah Carey -que los debe tener-, dejan que su clienta salga al escenario con vestidos siete tallas por debajo de la suya. Nos encanta que Mariah tenga curvas y que se sienta sexy con cualquier cosa, pero tenemos por su vida. Ir tan apretada no puede ser bueno para la salud. Desde aquí hacemos un llamamiento para los futuros estilistas de las estrellas, cambien las etiquetas para que no vean la talla. Todos lo agradeceremos.

 

5. “Me han ofrecido participar en 'Tu estilo a juicio'”. Los fans de los programas de cambio de vida y estilo estamos deseando que las televisiones españolas adaptan los formatos que tanto triunfan en Estados Unidos. Uno de ellos es 'Tu estilo a juicio', donde un grupo de expertos se dedica a cambiar la imagen de personas anónimas. Mariah Carey podría ser una buena candidata. Y si a ustedes se lo han dicho alguna vez, tengan en cuenta que lo hacen con buena voluntad. Es el momento de acabar con el síndrome de la bomba atómica. Y sí, esto también va por ti, Terelu.