Hasta que llegó Patricia Highsmith y su relato ‘El precio de la sal’, trasladado al cine como ‘Carol’, las relaciones lésbicas nunca terminaban bien. Sus protagonistas siempre acababan con muertes trágicas o separadas por el destino cruel. Patricia, lesbiana en la vida real, acabó con estos finales trágicos que solo servían para demonizar, una vez más, la homosexualidad. Desde entonces, muchas han sido las historias de amor vividas por mujeres en la ficción y llevadas a la narrativa, el cine o a la televisión. Es más, nuestra televisión cuenta con casos de lo más variados que confirman que no hay nada como un buen final que ponga un broche de oro a una relación femenina.

La introducción del personaje de Anabel Alonso en ‘Siete Vidas’, Diana, una actriz lesbiana y con atracción a las collejas de Sole, supuso todo un hito en la televisión patria. Se hacían bromas sobre el tema, ella flirteaba con mujeres y los telespectadores aceptaban una realidad que muchos no habían querido ver. Diana tuvo su boda de cuento de hadas con Nieves (Elisa Matilla), y hasta se planteó se madre a su lado, pero, al final, su chica la engañó con una eurodiputada. Por suerte, Diana superaba el chasco amoroso y pronto volvía a ser la misma enamoradiza de siempre.

Y lo suyo solo fue el principio, después llegaron Maca y Esther, o Maca y Vero, ambas relaciones surgidas de ‘Hospital central’, en donde lo de menos era lo que les pasaba a los pacientes, y lo de más lo que ocurría en los corazones de los médicos. O en ‘Aquí no hay quien viva’, el personaje de Eva Isanta llegó para compartir piso con Mauri y acabó formando una familia con él. En los últimos capítulos de la comedia se enamoró del personaje de Vanesa Romero. Después, coincidencias de la vida, volvieron a coincidir en ‘La que se avecina’, que también tuvo su ración de amor entre mujeres con Reyes (María Casal) y Araceli (Isabel Ordaz).

Para buscar el ejemplo más reciente no hay que irse muy lejos. Ocurrió en marzo mientras se emitía ‘El ministerio del tiempo’. Entonces descubrimos que lo que había entre Irene (Cayetana Guillén Cuervo) y Susana (Mar Saura) era un amor fuerte y pasional. Es más, la propia Saura aseguró que esta relación servirá para que el espectador conozca el otro lado, el más sentimental y humano, de su personaje, en apariencia tan frío, ordenado y calculador.

Queremos que los creadores de series se arriesguen con estas historias, pero, eso sí, solo pedimos una cosa, que dejen los finales trágicos para otros personajes, que bastantes ya las han hecho sufrir.