Hay personas que se pasan la vida buscando el amor y otras llevan disfrutando de su media naranja durante 27 años. Es el caso de Lydia Lozano y Charly. La pareja se ha convertido en una de las más estables del panorama televisivo y, a pesar de que Charly no forma parte de la pequeña pantalla, lo cierto es que entiende, comprende y asesora a su mujer como un verdadero compañero de viaje.

Lydia Lozano siempre ha procurado conservar su vida personal dentro del más posible anonimato, sin embargo, las escasas declaraciones que ha emitido la colaboradora de ‘Sálvame’ sobre el que dice ser el hombre de su vida, hacen sospechar que los sentimientos que ambos tienen no han mermado a pesar del paso del tiempo.

Así lo demostró en febrero de 2011, cuando la tertuliana afrontó sus miedos e inquietudes en la ‘Caja Deluxe’, donde también habló de su largo matrimonio, confesando además cómo habían sido los comienzos del mismo. “El día que le vi con unos vaqueros verdes y unas bambas también verdes me dije ‘este tío es especial’”. A partir de ese momento, la simpatía y buen humor del arquitecto encajaron a la perfección con la atrevida y valiente forma de ser de la periodista hasta aquel 22 de junio de 1990 en el que se dieron el sí quiero por primera vez. Los adjetivos que regala a su marido como “amigo, listo, inteligente, brillante y culto” resumen todo el amor que siente hacia él.

En junio de 2015 el matrimonio celebró sus bodas de plata en una ceremonia balinesa en el restaurante Thai Garden de Madrid. Ataviada con un vestido de seda en tono naranja portando en sus manos un ramo de flores, Lydia Lozano estuvo rodeada de sus amigos y familiares entre los que no encontraban sus compañeros de programa.

Lydia Lozano y Charly han demostrado ser un matrimonio poco convencional teniendo como requisitos el respeto por el otro y, sobre todo, conservar el carácter quinceañero que hace que la mecha siga tan viva como el primer día. La complicidad de la pareja es tan palpable como los abrazos y carantoñas que se regalan cuando pasean juntos, viviendo casi en una luna de miel constante que deseamos dure toda la vida.

¡Enhorabuena, pareja!