El objetivo de Kiko Hernández ayer por la tarde era de lo más loable: quería que su compañero Kiko Matamoros se reencontrase con su adorada hija. Laura se encontraba en los estudios de Telecinco, en un plató cercano al de ‘Sálvame’, así que Hernández, micro en mano se fue a perseguirla para tratar de que esta acercara posturas con su progenitor. Llevó el micro pero se olvidó de las zapatillas, y por lo que corrió, le hubieran salido más a cuenta estas.

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Cambio de nombre

Pese a todos sus intentos de dar con la joven, Laura se escondía, huía, se escapaba como una salamanquesa que intentas retener. Para el colaborador fue imposible dar con ella. Le decían que estaba por un sitio, cuando se había ido por otro, y así lo tuvieron mareado un buen rato hasta que finalmente se dio por vencido. Y mientras Matamoros, en plató, con cara de circunstancias. Excusando a su hija una vez más. “No puede hablar porque tiene un contrato que le impide hablar con los medios”, decía, “¿no puede saludar?”, contestaba el que iba a la carrera, “sí, eso sí… pero igual no sabe que la estamos buscando”. Como veis, Kiko siente debilidad por ella.

Hernández iba de un lado a otro. Hasta llegó a los platós de informativos, “¿qué hace Laura allí? ¿le quiere quitar el sitio a Piqueras?”. Nadie comprendía las vueltas que la ‘it-girl’ le estaba haciendo dar al compañero de su padre. Y mientras, el colaborador no cejaba en su empeño de que se produjera un bonito reencuentro familiar. A pleno grito, como si fuera Pedro Picapiedra pidiéndole a Vilma que le abriera la puerta, el ‘chatín’ reclamaba ver a Laura.

“Siempre te hemos apoyado y tan solo queremos que seas un poco amable y educada y que nos saludes”, decía Kiko esperando que esa fuera la contraseña que le permitiera acercarse a la bella Laura. Pero ni por esas. Debió haber probado con “ábrete, Sésamo”. Quizás así habría tenido más suerte.