La impactante evolución física de Charlène de Mónaco

Repasamos la asombrosa metamorfosis de la exnadadora olímpica en estos siete años como princesa y tras varios retoques estéticos

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Charlène de Mónaco llega a la cifra redonda de los 40 años. Poco queda de aquella sirena olímpica que representaba a Sudáfrica en los Juegos Olímpicos a finales de los años 90, y que respondía al apellido Wittstock. Su noviazgo y posterior matrimonio con el príncipe Alberto de Mónaco supuso un cambio de 180 grados en su vida. Se supo de su relación en 2006, pero lo cierto es que llevaban viéndose de forma muy discreta desde 2000. Ahora, con cuatro décadas de vida sobre sus características espaldas, se ha convertido en un icono de estilo, apasionada de la alta costura y con un aspecto muy diferente con el que la conocimos.

El aterrizaje de Charlène en el principado fue discreto. La exnadadora prefería ofrecer un perfil bajo de cara a los medios y, aún hoy ha intentado que sea así, aunque cada vez ha ido ganando espacio dentro de la agenda de actos oficiales de la Casa de Grimaldi. Su extrema timidez ha sido uno de los aspectos que ha dio dejando aparcados con el paso de los años.

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Consciente de su repercusión, comenzó a prestarle aún más atención a crearse un estilo propio y más definido a través de su aspecto y su vestuario. Además de su inclinación por los grandes diseñadores, que la han posicionado entre las mujeres más elegantes del mundo, también ha tomado la decisión de pasar por el quirófano y hacerse algunos retoques estéticos que no han pasado desapercibidos y con los que ha querido ajustarse a una imagen física con la que sentirse más identificada y cómoda. La princesa ha recurrido a la cirugía estética, como mínimo, en dos ocasiones. La primera, en 2010, cuando se sometió a una rinoplastia para afinarse la nariz. Asimismo, se aumentó los pómulos para marcar más las mejillas. Todo esto poco antes de anunciar oficialmente su compromiso con Alberto. El siguiente de sus retoques fue un aumento del grosor de sus labios, dándole un aspecto más sensual y definido a la boca fina con la que saltó al foco mediático en 2006.

Pero si hay una característica física con el que ha jugado Charlène es, sin lugar a dudas, su cabello. A la princesa la hemos visto con el pelo corto, cortado a capas, en sofisticados recogidos, con flequillo… Diferentes estilos pero un mismo común denominador: ese tono rubio platino que lo mismo le dan un aspecto gélido, de 'femme fatale' o de absoluta dulzura. Vanguardista, elegante, madre de gemelos y princesa: Charlène de Mónaco es camaleónica.

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