El tradicional posado de verano de la familia real de los Países Bajos en los jardines del Palacio Huis ten Bosch ha traído consigo un anuncio que afecta directamente a la princesa Amalia (21 años). Fue ella misma la que desveló que durante los próximos dos cursos formará parte del Defensity College, un programa que, según el Ministerio de Defensa, trata de establecer "una relación duradera entre la defensa y los futuros líderes de la sociedad" a través de un entrenamiento básico.
Aunque los monarcas en los Países Bajos no ostentan el mando supremo de las Fuerzas Armadas, Amalia ha querido seguir los pasos de otras herederas como Elisabeth de Bélgica, Ingrid Alexandra de Noruega o la misma Leonor. Tal y como aclaró ella misma, compaginará su experiencia en el Ejército con la Universidad, donde cursa un Grado en Derecho.
Para entender las diferencias que existen con Leonor en lo que a formación militar se refiere, hemos querido abordar este tema con María José Gómez Verdú, experta en protocolo y etiqueta.
La formación militar breve, flexible y simbólica de Amalia de Holanda
La información difundida por el Ministerio de Defensa de los Países Bajos habla de un programa "acotado, centrado en el liderazgo, la cultura militar y el conocimiento estructural de las Fuerzas Armadas, sin compromiso permanente ni renuncia a su formación universitaria". Una definición muy alejada del itinerario que sigue la princesa Leonor en nuestro país: tres años en régimen de instrucción activa, con uniformidad, maniobras y mando en entornos reales.
GTRES
"La diferencia de fondo es la concepción que cada país tiene sobre el papel del jefe del Estado y, en particular, su vínculo con el estamento militar", expone la experta. En los Países Bajos, como en buena parte del norte de Europa, "la función del monarca es eminentemente simbólica, con escasa carga ejecutiva. No es comandante supremo en sentido operativo, ni se le exige legitimarse a través de las armas. Por eso, su paso por la milicia es protocolario y no estructural".
La dura experiencia militar de la princesa Leonor
En España las cosas son diferentes. La Constitución de 1978 establece que el Rey es "Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas". Una definición que , más allá de su alcance real, obliga al heredero a "comprender, integrar y representar a las Fuerzas Armadas no como visitante, sino como figura vertebral". "No es solo una cuestión de imagen: es una herencia doctrinal del sistema parlamentario español que exige al futuro monarca capacidad para moverse en el mundo castrense con legitimidad real". Por eso Leonor, con solo 18 años, ha izado banderas, maniobrado con pelotones y pronunciado discursos desde su título de dama cadete.
GTRES
La experiencia militar en los herederos europeos
Esta desigualdad entre Amalia y Leonor no es un caso aislado. Cabe recordar que Elisabeth de Bélgica pasó por la Real Academia Militar belga. Allí cursó un programa de liderazgo militar de un año. "Y aunque el contenido fue más exigente que el previsto para Amalia, no alcanzó la integración sistémica que sí representa el modelo español", apunta la Gómez Verdú.
En el caso de Christian de Dinamarca, su paso por la escuela de oficiales del Ejército danés "obedece más a una tradición noble que a una exigencia constitucional, y se ha mantenido dentro de un perfil discreto y sobrio".
"Las diferencias entre Amalia y Leonor no son casuales"
María José Gómez Verdú hace una reflexión final sobre el peso de la formación militar tan controvertida en muchos casos. Bajo su punto de vista, se trata de un "espejo institucional". "En países donde la monarquía tiene una función de cohesión nacional, como España, la instrucción militar no solo forma: construye legitimidad, transmite unidad y vincula al futuro jefe del Estado con uno de los pilares históricos de la nación. En cambio, en las monarquías donde predomina un enfoque civilista, como los Países Bajos, el énfasis está en la proximidad social, la educación civil y la comunicación contemporánea", justifica. De ahí que no sea nada extraño esa clara diferenciación entre Leonor y Amalia.
GTRES
Antes de concluir, la experta ha querido dejar claro que "ninguna fórmula es superior a otra". Simplemente, cada modelo responde a la identidad política de su país. "Mientras que Leonor avanza en un trayecto de responsabilidad institucional precoz, Amalia ha priorizado otras cosas como la vida académica, la autonomía personal y el bajo perfil, también porque su entorno nacional lo permite", manifiesta con convicción.Eso sí, "ninguna está improvisando. Ambas están reflejando, sin decir una palabra, cómo sus casas reales entienden el siglo XXI: entre tradición, pedagogía pública y gestión simbólica del poder".
Como experta en protocolo, a Gómez Verdú le resulta revelador que este tipo de decisiones, "hayan dejado de ser rituales vacíos y se hayan convertido en herramientas narrativas. Hoy, cada academia y cada uniforme proyectan un mensaje: sobre el deber, sobre el país y sobre el tipo de monarquía que se quiere construir. Y en ese tablero sutil, donde cada paso cuenta, las diferencias entre Amalia y Leonor no son casuales: son profundamente significativas".