Entraba más joven que nunca. Como le ocurrió a Rosa Benito, con ella ‘Supervivientes’ ha tenido un efecto rejuvenecedor. Apostillaban que estaba como 20 o 30 años más joven, y Carmen Lomana solo acertaba a sonreír, coqueta, y a hacerse la sorprendida, pero sabiendo perfectamente lo cambiada que estaba y lo monísima que había vuelto de Honduras. ¡Si parece que vuelve de unas vacaciones en un spa!

 

Carmen, vestida como si tuviera 18 años (y con un cuerpo mejor que el de muchas adolescentes), aterrizaba en el plató de ‘Supervivientes’ y se la comían a besos su hermana, su sobrino, Concha García Galán, su defensora en el plató, y su asistenta, Sandra, que contaba que le había preparado la cena antes de ir hacia el plató a recibirla. Y Carmen, la sexta expulsada de la isla, se volvió loca de alegría cuando vio a todos, especialmente a Sandra, que ya teníamos ganas de ponerle cara, después de todo de lo que habla de ella la Lomana.

 

Carmen llegaba tremendamente intrigada. No había visto nada y estaba deseosa de saber qué imagen había mostrado. Lomana puede estar tranquila, ha sido una concursante que ha sabido dar juego y prestarse a todas las propuestas del reality, aunque confesó que había una cosa que le daba mucha vergüenza, que le vieran las uñas de los pies largas.

 

Sus compañeros, aunque alguno la criticó, han terminado echándola de menos. Los buenos momentos han pesado más que las rencillas. Pero no ha pasado lo mismo con Isabel Rábago, su enemiga íntima en el programa. Se saludaron, por educación, dijo la periodista. Carmen se hacía la loca, pero las explicaciones que esta dio no convencieron a Rábago. Gahona le decía que se sentía muy defraudada con ella y la acusaba de traición, de haber ido hablando de los demás supervivientes a la espalda y a las cámaras, sin llegar nunca a solucionar estos problemas cara a cara.

 

Pero haciendo balance, Carmen Lomana está feliz con su paso por ‘Supervivientes’, “la vida salvaje me va muy bien” decía.