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Se está convirtiendo en la gran esperanza blanca de la televisión en Alta Definición. Carlota es, según la terminología del recordado Pedro Rodríguez, un formato televisivo en sí mismo, honor que antes que ella sólo ostentaba Lydia Lozano. En televisión, para que la audiencia simpatice contigo, tienes que vivir lo que estás contando. Y en eso no hay quien la gane. La primera vez que vi a Carlota en televisión fue en “Sabor a ti”, con Ana Rosa Quintana. Muy afectada, casi al borde de la lágrima, describía los destrozos que el chapapote estaba causando en su querida Galicia natal. La maternidad la ha convertido en una mujer extremadamente sensible: se emociona con las desgracias sentimentales de Kiko Matamoros y llora desconsolada cuando nos cuenta la labor que la Fundación Vicente Ferrer está haciendo en la India. Pero su grandeza radica en que también es capaz de llorar por el dobladillo de una falda o porque se esté desconchando un zócalo de su casa. Cuidado con ella porque va a dar guerra. Puede ser la sucesora de las reinas del entretenimiento patrio.