La boda real del alcalde de Madrid, por Pilar Eyre

El Rey Emérito acudió con sus hijas, pero la reina Sofía no fue a la iglesia y solo asistió al banquete

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Pilar Eyre

Periodista y escritora

Resistencia. A la vista de la foto del ala díscola de la familia real en la boda del alcalde Almeida, la palabra que se me viene a la cabeza es esta: resistencia. En la puerta del templo de San Francisco Borja de Madrid posaron con amplias sonrisas de triunfo y complacencia, rodeados del respeto y la deferencia de sus iguales, las cinco personas seguramente más vilipendiadas de este país. Los denostados que han ocupado portadas, titulares, artículos de fondo en las páginas salmón, en las rosas y en las de sucesos de toda la presa internacional. 

Con medios para llevar una vida privada y anónima, han preferido estar ahí, los cinco, con la cabeza muy alta. Empezando por la izquierda, al lado de su padre, la infanta Cristina. Después de su divorcio, poco a poco ha ido apareciendo en ceremonias semioficiales y el pasado sábado era, según opinión unánime, la más elegante, mejor peinada y sonriente de la boda. 

posado juan carlos
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A Elena se la vio feliz

En la foto, al otro lado de su padre, está la infanta Elena. Aunque investigada por anticorrupción por el uso ilegal de tarjetas black para comprar un caballo para su hija, no ha sido imputada nunca, pero también fue apartada de Zarzuela a la par que su hermana para hacer lo que en Catalunya se llama “la torna”, que era ese pedazo de pan adicional que se añadía a la barra para completar el peso. 

Aunque adusta por naturaleza, el día de la boda se la vio feliz aceptando con perfecta naturalidad la reverencia hasta el suelo que le dedicaban ancianas que podrían ser sus abuelas. 

A su lado su hijo Felipe, conocido por la prensa como Froilán. Con razón o sin ella, pocos adolescentes conocemos que se hayan metido en más líos que él, desde dar patadas en la boda de su tío, hasta el tiro en el pie que se pegó a los 13 años, o su presencia poco antes de su “exilio” en Abu Dabi en una pelea a navajazos, lo que lo obligará a acudir como testigo al juicio correspondiente. Mal afeitado, con ojeras, dicharachero y amigo de la fiesta, en la boda se sentía en su salsa. Detrás de él se veía la larga figura de su hermana Victoria Federica, una contradicción ambulante: es influencer, pero ahuyenta a los medios de comunicación (y supongo que a los presuntos influenciados) con su frialdad y antipatía. 

Portada Carmen Borrego
Lecturas

A su lado, tratando de ocultarse detrás de su madre, la infanta Cristina, estaba Juan, su tímido hijo mayor. Un chico del que apenas sabemos nada, aparte de que es el que más ha sufrido con las dificultades por las que ha pasado la familia. A pesar de que ya lo hemos visto acompañando a su madre en algún evento, se le nota fuera de lugar e incómodo. No intercambió palabra con nadie, ni siquiera con sus primos. 

Y en medio del grupo, el Rey Sol, alrededor del cual gravitan los planetas. Juan Carlos. El apestado, el corrupto, el mujeriego, que todas estas cosas le han llamado, miraba triunfante a los fotógrafos y al público que lo vitoreaba en la puerta de la iglesia. 

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