Un fallo cardíaco acababa el domingo 9 de abril con la vida de la que fuera primera mujer en ocupar el cargo de Ministra de Defensa en España. Carme Chacón hizo historia y su fallecimiento prematuro, a los 46 años, deja hundidos no solo a sus familiares, sino también a la clase política, así como a todas aquellas personas que admiraron su coraje al romper una tradición anquilosada. Pocos recordaban ayer que hace un tiempo atrás, Carme visitaba ‘El programa de Ana Rosa’ y hablaba sobre su enfermedad, esa que la ha apartado de su hijo.

“El primer órgano que empieza a crecer y a formarse es el corazón, y las cardiopatías congénitas son aquellas anomalías que se producen en él durante la gestación, y que, al menos ahora, las estructurales, permiten ser reconocidas durante el embarazo gracias a los avances de la medicina”. La exministra explicaba sin problema qué era aquello con lo que había aprendido a vivir desde niña. Chacón contaba a Ana Rosa que era fundamental la medicina preventiva a la hora de poder tratar estas enfermedades, de esta manera, uno se adelantaba a ellas y podía tenerlas muy vigiladas. “Todas las personas que han tenido antecedentes familiares de problemas cardíacos o que habitualmente lleven el corazón a esfuerzos”, recomendaba.

Con un sencillo electrocardiograma se puede conocer el estado del corazón, y animaba a todos a hacernos esta prueba. “Se puede llevar una vida normal. Yo he llevado una vida plena, hasta he jugado al baloncesto durante algún tiempo”, contaba el 14 de febrero, Día internacional de las cardiopatías congénitas.

Aseguraba que conocía su condición desde su nacimiento, y por eso sabía cómo debía enfrentarse a la enfermedad. “Esto me ha permitido asumir las responsabilidades que he querido”, contaba, haciendo referencia a su puesto al frente del Ministerio de Defensa durante el último mandato socialista.

“Entonces los avances no eran los de hoy en día. Mi madre recuerda que le detectaron que mi corazón no funcionaba como debía a través de la ‘trompetilla’”, añadía. “Yo supe que tenía un bloqueo auricular completo, y hasta que no tuve 10 años, cuando llegaron las máquinas que hacían los electros, supimos que tenía lo que se llama ‘tener el corazón al revés’, la transposición de los grandes vasos”.

“Conozco mi anomalía cardíaca, se qué controles tengo que llevar, qué precauciones y agradezco a mis padres y a mi familia que siempre me trató como una niña sana”. Hoy todos ellos son los que tienen el corazón roto de dolor.