Rafael Narbona, profesor de Filosofía, sobre los estoicos: “La misión material es como un pacto con el demonio, todo te parece insuficiente"

La felicidad no está en lo material, se encuentra en otro sitio. Esto es lo que los estoicos nos dijeron hace más de 2000 años, y lo que el filósofo Rafael Narbona nos recuerda en pleno siglo XXI.

Celia Pérez
Celia Pérez León

Periodista especializada en lifestyle y cultura

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Fotografía cedida por Rafael Narbona

Ser felices parece una misión imposible. La lista de requisitos a cumplir que todos tenemos en mente es interminable. Pero ¿y si en realidad fuera mucho más sencillo que eso? El filósofo, Rafael Narbona, nos invita a reflexionar sobre las prioridades de la sociedad moderna para cuestionarnos donde se encuentra la felicidad, como hicieron hace más de 2000 años los estoicos.

Menos, es más

Dice un viejo refrán que “no es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita”. Para Rafael Narbona, esta ha sido una lección aprendida por medio de la filosofía, pero solo interiorizada por medio de la experiencia. “La felicidad no está en acumular bienes materiales”, asegura en una entrevista para Cuerpomente, “eso a la larga produce insatisfacción”.

Casi suena a locura. ¿Tener más significa sentir menos felicidad? ¿Somos menos felices, cuánto más tenemos? No es locura, es estoicismo.

Fueron estos señores de barba blanca, entre los que destacan Séneca, Marco Aurelio o Epicteto, los que hace más de 2000 años dijeron que “la austeridad no es un sacrificio, sino todo lo contrario. Es una fuente de felicidad”, explica Narbona en la citada entrevista.

Y ahora están de moda, los entendemos de la peor forma posible.

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Ser estoicos no es ser un emprendedor

“Creo que los estoicos se malinterpretan”, responde cuando se le pregunta por la moda de estos filósofos clásicos. “Se piensa que el estoicismo nos da una herramienta muy poderosa, que es la entereza frente a la adversidad. Y es cierto que los estoicos hablan del autocontrol. Sin embargo, esto se está interpretando como sinónimo de ser un emprendedor”.

Sumidos como estamos en una sociedad hiperactiva, no es raro que entendamos la entereza como sinónimo de productividad. “Lo están utilizando en el ámbito empresarial, pensando que el estoicismo es un emprendedor, alguien que tiene autocontrol”.

Esto, sin embargo, no es lo que nos enseñaron los estoicos. “Los estoicos hablan más bien de regular las emociones, de no dejarse llevar por la ira, de no dejarse llevar por la ambición, de no dejarse dominar por el miedo, y no hablan en ningún caso de desarrollar una carrera profesional y tener mucha determinación y seguridad. De hecho, los estoicos aconsejan no tener apego a los bienes materiales”.

No es tu culpa, lo estás haciendo bien

Las palabras de Narbona, que resumen a la perfección la filosofía estoica, nos dejan un mensaje poderoso. No es tu culpa, lo estás haciendo bien. No tienes que levantarte a las 5 de la mañana, terminar una rutina completa de crossfit y luego pasar 12 horas trabajando. No tienes que ser la mejor, ni la que tiene la casa más bonita, ni la que conduce el coche más lujoso, ni la que viste las mejores marcas. Puedes quitarte ese peso de encima.

Está claro que, si podemos elegir, todas preferimos tener dinero. Séneca pensaba lo mismo, comenta Narbona en la entrevista. Prefería ser rico, y, de hecho, “era el hombre más rico de su tiempo”, pero recomendaba a todo aquel que escuchara que no ambicionara demasiado. Y, desde luego, que no depositara aquí su felicidad.

Romper el molde

Lo primero que podemos hacer para recuperar el centro y ser felices con poco, es entender que el dinero no da la felicidad. “Yo vivo en una zona de Madrid que no está mal”, comenta el filósofo, “pero no es La Moraleja. Tengo vecinos a los que les gustaría vivir allí, se sienten insatisfechos por no tener los 3.000.000 de euros que hacen falta para vivir allí”.

El problema, aborda el filósofo, es que “cuando tienes ese dinero, ya no es suficiente el chalet de 3 millones, quieres uno de 10, una casa en Marbella, un yate y un jet. Es decir, la misión material es como un pacto con el demonio, todo te parece insuficiente”.

“Vivimos en una sociedad al revés, que es muy poco estoica, porque entre otras cosas, tenemos mucho apego a los bienes materiales”, continua Narbona, que nos recuerda que para los estoicos lo verdaderamente importante es “ser un buen ciudadano”, porque “una persona que no se compromete con los asuntos públicos es un mal ejemplo. Todos tenemos la obligación de que el mundo sea un lugar un poco mejor de lo que era antes de nuestro paso”.

Es tu turno

Quizá, entonces, la felicidad se encuentre en otra cosa mucho más sencilla. En ser buenas personas, y esforzarnos por serlo. Y según los estoicos, para ello tenemos que actuar según cuatro virtudes:

  • Sabiduría. Se trata de saber qué depende de ti y qué no. Así de sencillo. Y qué es bueno, y que no. Discernir entre lo que sí y lo que no.
  • Justicia. No vale con saber que algo es malo, hay que alzar la voz cuando algo es injusto. Y por supuesto, no cometer injusticias. A cada uno, lo que le corresponde. Ni más, ni menos.
  • Valor. Si sabemos lo que hay que hacer, pero tenemos demasiado miedo para hacerlo, de nada nos sirven las dos anteriores virtudes. El valor consiste en saber que merece la pena hacer las cosas bien, aunque en el corto plazo no nos gusten las consecuencias.
  • Templanza. Si vemos a un compañero que lo está pasando mal en el trabajo, alzar la voz para defenderlo es justo y valiente. Pero pegarle un puñetazo a tu jefe está fuera de toda lógica. Por eso, además, los estoicos nos recomiendan actuar con templanza.