Hace unos días fue el funeral de Laura Valenzuela. Se celebró en la Iglesia de los Sagrados Corazones de Madrid, pocos días antes de cumplirse un mes de su fallecimiento. En las últimas semanas, había tenido la ocasión de hablar un par de veces con Lara Dibildos. Primero, para saber cómo estaba, y segundo, por temas personales, en esta ocasión, relacionados con mi madre. Ya os he dicho que las dos nos hemos ayudado en muchas ocasiones. Por eso, el día del funeral, allí estaba yo. No por compromiso, sino de corazón y por un sentimiento de verdad.

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Lara Dibildos

Una ceremonia cuidada

En esa iglesia estaban muchos compañeros del teatro y la pandilla de amigos de Lara. Gente que no se ha separado de ella tras la pérdida de su madre. He pensado mucho en escribir esto que voy a decir, pero si no lo hago no me quedo a gusto. Sinceramente, quiero sentirme bien conmigo misma y lo voy a hacer. Sé que Lara se sintió muy arropada, pero en ese funeral me faltaron muchas caras. José Luis Dibildos y Laura Valenzuela fueron una pareja con grandes amigos y muchos compañeros de profesión. No voy a dar nombres porque tampoco estoy poniendo el dedo en alguien en concreto. Así lo siento y así lo quiero reflejar. No me refiero solo a gente del mundo de la comunicación y del arte. Hablo, también, de gente de la sociedad y de la política. Creo que cuando alguien muere, a pesar de ser muy mayor y de llevar años apartada de la vida pública, su importancia tiene que verse reflejada con la presencia en su despedida de esas personalidades o gente a la que me refiero.

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Terelu Campos, en el funeral de Laura Valenzuela

GTRES

Después del funeral me acerqué a Lara para saludarla y decirle que la misa me pareció preciosa. El recuerdo que se le rindió a Laura Valenzuela fue emotivo y cercano. Tal y como dijo su hija, fue el que a su madre le hubiera gustado tener. El coro formado por sus compañeros actores cantó tres canciones significativas para Laura. Entre ellas, la ‘Salve Rociera’ que nos puso los pelos de punta a todos los allí presentes. Quiero resaltar las palabras de Jesús, el sacerdote que ofició la misa y amigo de la familia. Se notaba que conocía, perfectamente, a Laura Valenzuela. Al terminar, Lara nos citó a los más allegados en su casa, que estaba muy cerca de la iglesia. Ella tenía todo preparado, pero como los que me conocen saben que soy incapaz de presentarme en una casa sin nada, me fui a comprar unas cosas antes de ir allí para aportar mi granito. No sé exactamente cuantos éramos en esa casa, pero ya os digo que muchos. En un momento dado de la noche, me quedé en la cocina hablando con dos de las personas que forman parte de la vida de Lara desde niña y de sus padres. Esas dos mujeres son Pepa y Sagrario, que han trabajado toda la vida en esa casa y que se convirtieron en familia para los Dibildos-Valenzuela. Allí recordamos anécdotas de Marbella de cuando todavía vivía José Luis. Nos reímos recordando la boda de Lara y de cuando nos enteramos que estaba embarazada. No fue repasar solo la vida de Lara sino la mía en muchos momentos que hemos compartido todos juntos.

Una carta muy especial

Al cabo de un rato, llegó Lara a esa cocina y vio que teníamos un grupo divertido. Se sentó con nosotros para hablar y para desahogarse también. Me confesó que cuando parecía que estaba remontando emocionalmente estos días, ahora, al preparar el funeral, había sentido otro bajón. Quiero subrayar el cariño, el amor y el respeto que le mostró en todo momento su ex, Álvaro Muñóz Escassi. Verles a los dos junto a su hijo pequeño, Álvarito, fue un momento muy emotivo y bonito. Durante esa conversación, Lara me dijo que tenía escrita una carta para su madre, pero que al extenderse un poco más la misa y como se había comprometido en dejar la iglesia libre antes de las ocho de la tarde, no le dio tiempo a leerla. Lara estaba muy emocionada. Ella tenía dudas de si esa emoción le iba a permitir subirse al altar y leerla en alto. Me dijo que había pensado en pedirme que la leyera yo si los nervios no le hubieran dejado hacerlo. Me dio un escalofrío escucharla porque era algo que yo ya había pensado antes, al imaginarme que podría ocurrir eso. Lo hubiera hecho de todo corazón, aunque me hubiera provocado un ataque de nervios. Ahora, ya solo queda seguir remontando, rubia querida. Sé que lo harás porque eres una mujer fuerte y porque tienes y debes hacerlo. Claro que en ese proceso habrá momentos duros y de bajón, porque eso forma parte de vivir. Nadie olvida a un padre y a una madre. ¡No olvides que yo siempre estaré aquí y que te quiero!