Siempre nos has dado algo así como penica. Nunca has sido George Clooney, tampoco destacabas por tu inteligencia portentosa, te faltaba el padre, los sustitutos no eran de tu agrado y al fin has tenido que ver a tu madre en prisión. Despertabas ternura.

Sí, pero…
Pero es que, hijo mío, tu actitud chulesca ha borrado lo anterior de un plumazo. Te mueves por el mundo con la soberbia de un miembro de la familia real y la altivez de un premio Nobel, tratas con desprecio a los periodistas que son la base de tu trabajo, si no ¿por qué crees que te contratan? Y cuando sueltas una palabra delante de un micrófono lo haces con el mismo talante perdonavidas con el que María Antonieta decía a sus súbditos “si no tenéis pan, comed pasteles”. Te has convertido en el más antipático del clan Pantoja, lo cual tiene mérito, pero yo de ti me lo haría mirar, majo.