No te voy a engañar, Rocío, pero me caes mal. No me gustan las personas prepotentes como tú, no me gusta la adoración papanatas que despiertas, como si hubieras hecho algo de mérito en la vida, y, sobre todo, me producen malestar esas relacione tan especiales que tienes con tus hijos. Mejor dicho, esa ausencia de relaciones. Sí, pero…

Precisamente porque no lo puedo entender, es por lo que hoy hago esta reserva mental y decido pensar que quizás no eres tan bruja como te han pintado. Al fin y al cabo todo lo que sabemos es lo que ha contado el bueno de Antonio David Flores, pero, ¿y si la realidad fuera distinta? A lo mejor hay un secreto terrible detrás que nadie nos ha confesado y que nos daría la clave de tu extraño comportamiento. Me gustaría que por fin hablaras, Rocío, nada puede ser peor de lo que imaginamos.